El incendio y las vísperas.

 


La tragedia es aquel acontecimiento terrible que ninguno de sus actores desea pero que, a la vez, ninguno logra impedir. Esto es precisamente lo que está ocurriendo en Bolivia. La gigantesca concentración cívica del viernes en Santa Cruz de la Sierra coloca nuevamente al país del altiplano cerca de la guerra civil.
Centenares de miles de cruceños protagonizaron un "cabildo abierto" que ratificó la decisión de avanzar hacia la autonomía regional, una reivindicación histórica que comparten con Tarija, Beni y Pando, los otros tres departamentos del Oriente que en su conjunto configuran lo que se llama la "media luna" boliviana, que concentra nada menos que la totalidad de los yacimientos de hidrocarburos y de la pujante agroindustria boliviana.
El multitudinario "cabildo abierto" de Santa Cruz fue aún más allá. Si bien descartó la vía de la separación territorial, advirtió también que no acatará ninguna reforma constitucional que no contemple plenamente esa aspiración autonómica, que había sido rubricada por el 71% de los votos en el referendum que coincidió el año pasado con la elección presidencial que catapultó a Evo Morales al Palacio Quemado.
Mientras tanto, varias decenas de miles de manifestantes congregados en otros tantos "cabildos abiertos" celebrados en Tarija, Beni y Pando se pronunciaron en la misma dirección que sus compatriotas cruceños. El principal saldo político de la jornada fue la legitimación adquirida por la Junta Autonómica Democrática de Bolivia, integrada por representantes oficiales de los cuatro departamentos y encargada de coordinar las acciones necesarias hasta conseguir la satisfacción de las demandas regionales. Dirigentes del oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS) alertan contra el peligro de que esa Junta Autonómica se constituya en el primer esbozo de un eventual gobierno provisorio que desconocería la autoridad presidencial.

El viernes, mientras el Oriente se movilizaba masivamente en reclamo de su autonomía, en La Paz, Oruro, Chuquisaca y Potosí, todos con abrumadora mayoría indígena, los partidarios de Morales salieron a las calles y a las rutas para protestar contra el "separatismo oligárquico". Los choques registrados entre manifestantes, con una secuela de varias decenas de heridos, revelaron hasta qué punto la violencia está a la vuelta de la esquina.

Morales acusó el impacto de la masividad del acto de Santa Cruz. Elogió incluso a los líderes cruceños por haber desechado en sus discursos la alternativa secesionista. Pero el camino de la negociación aparece harto difícil. La oposición parlamentaria, encabezada por PODEMOS, el partido del ex-presidente Jorge Quiroga, exige que la asamblea constituyente revea su decisión de establecer el requisito de la mayoría simple para la aprobación del nuevo texto constitucional, que a su juicio altera lo previsto en la ley de convocatoria, que exigía un mínimo de los dos tercios del cuerpo. La diferencia es fundamental: el oficialismo tiene mayoría simple pero está muy lejos de los dos tercios.

Con mayoría simple, está en condiciones de imponer la constitución de su agrado. En caso contrario, está forzado a entrar en una senda de tratativas extremadamente intrincada, ya que la oposición pasaría a tener un virtual poder de veto. Algunos temen que, en esa hipótesis, la asamblea no pueda sancionar ningún texto constitucional antes de la expiración del plazo legal fijado para su funcionamiento, en agosto del año próximo.

La amenaza del desmembramiento territorial había sido eficazmente empleada por Morales como un argumento de peso para conseguir el respaldo de las Fuerzas Armadas, cuyo rol gana en preponderancia a medida de que se deterioran aceleradamente las mediaciones institucionales y crece el peligro de la anarquía. Sin embargo, la admisión de Morales de que los líderes cruceños habían abandonado sus pretensiones independentistas conspira ahora contra el núcleo mismo de la argumentación gubernamental en el decisivo frente castrense.

En este complejo escenario de empate estratégico, existe un factor adicional que conviene tener muy en cuenta. Cochabamba, el quinto departamento del Occidente boliviano, que fue históricamente el field de la balanza en este antiguo conflicto territorial, amaga virar en su alineamiento político. La conversión de la zona cochabambina de Chapare en el principal reservorio de las plantaciones de coca representó un factor determinante para el ascenso del líder sindicalista Evo Morales.

Pero el actual prefecto de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, encabezó el miércoles pasado una gran manifestación popular en la que expresó su coincidencia con el planteamiento autonómico de los departamentos del Oriente. Reyes Villa mantiene también estrechas relaciones con sus colegas de Santa Cruz de la Sierra, Tarija, Pando y Beni. Desde Cochabamba, ante una probable agudización de la crisis, aspira a erigirse en la base de una alternativa política de recambio, antes de que se precipite la tragedia.

Publicado en EL TRIBUNO de Salta el 17/12/06
Pascual Albanese , 17/12/2004

 

 

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