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Las dos caras de la crisis. |
"Margaret Fuller dijo: Acepto el universo y Carlyle respondió: Sí, mejor será que lo acepte". (Marshall McLuhan, en diálogo con Gerald Stearn). |
Las últimas declaraciones sobre Argentina del secretario del Tesoro de Estados Unidos Paul O'Neill ensombrecieron el paisaje dibujado con algún optimismo por un sector del gobierno de Eduardo Duhalde, que aguarda una ayuda rápida del Fondo Monetario Internacional.
Con franqueza de cirujano, O'Neill evocó los créditos acordados al país en los dos últimos años: "Básicamente, después que se quemó todo ese dinero, el FMI dijo no vamos a seguir el juego, no podemos jugarlo más. Hay cosas que deben hacerse y sólo pueden hacerlas los argentinos". Y agregó: "No se puede tener un programa económico sostenible cuando el sistema impositivo sólo recauda dinero del 30 al 40 por ciento de la gente que se supone que debe pagarlos. Esa es la definición de una sociedad no organizada". El secretario del Tesoro comparó los últimos años con los de la década del 90, cuando "Argentina se encaminaba al crecimiento y la estabilidad, porque ataron su peso con el dólar y por un tiempo marcharon en una dirección muy buena". Después - cuestionó - "empezaron a hacer algo que todos sabemos que no es una buena idea: pedir dinero prestado y usarlo para el consumo en lugar de la inversión".
El diagnóstico de O'Neill sobre Argentina no responde a un ensañamiento particular con el país, como tienden a imaginar algunas mentalidades conspirativas, sino a una concepción global que se abre paso en las democracias avanzadas dirigida a "resolver del modo más ordenado posible y en los plazos más breves posibles los casos de endeudamiento intolerable", para decirlo con las palabras que empleó esta semana Anne Krueger, la influyente Directora General adjunta del FMI. "Nuestra acción no está guiada por los recientes acontecimientos argentinos", aclaró Krueger; aunque, de hecho, el argentino se ha transformado en un verdadero caso piloto para poner en ejecución la nueva política, que tiende a aplicar a los países en situación análoga procedimientos de quiebra similares a los que prevé la Bankruptcy Act de Estados Unidos (capítulo 11) para el default de empresas. La llamada propuesta Krueger será analizada en junio en la cumbre del G-7, en Canadá.
El mundo globalizado actúa y construye simultáneamente su nueva normativa. Argentina no podrá resolver sus problemas sin generar confianza y credibilidad en ese contexto global. Y tales méritos no se adquieren con gestos, sino con actos de gobierno y de responsabilidad colectiva que señalen con claridad una tendencia y la sostengan en el tiempo. Argentina tiene que definir con transparencia si considera a los países capitalistas a los que requiere ayuda, a los organismos internacionales que ellos sostienen, a las normas que promueven y al modelo de sociedad que ellos encarnan, socios y aliados o adversarios hostiles.
Quizás tomando en cuenta el elogio de Paul O'Neill a la década de la convertibilidad, Eduardo Duhalde sugirió esta semana la posibilidad de reestablecer - bajo una nueva paridad, modificada por la devaluación - el sistema de caja de conversión. Esa vacilación, dicha en voz alta ante gobernadores y periodistas, produjo una confusión simétrica a la que expresaba, y debió ser desmentida por Jorge Remes Lenicov. "No pensamos ni en convertibilidad ni en dolarización", afirmó el ministro de Economía.
No fue el único paso en falso del Presidente. A mitad de semana aseveró que el dólar se mantendría a un precio de alrededor de 1,60 pesos, si bien tal deseo no se verificó: la cotización se mantuvo por encima de 2 pesos y cerró la semana a 2,15. Es cierto que el Banco Central cuenta con reservas suficientes para intervenir en el mercado y achatar esa cotización, pero el riesgo reside en sufrir una sangría irreparable de divisas que no conseguiría, seguramente, abatir los dos motores que alimentan el alza de la moneda americana: la desconfianza y la acendrada actitud de los argentinos de refugiarse en el dólar.
Otro resbalón: el match iniciado desde el Ejecutivo con las empresas petroleras. El alza del precio de los combustibles fue resistido primero con energía verbal por el doctor Duhalde, para finalmente admitirlo como "razonable". Entretanto, el cuestionamiento de las provincias petroleras, las empresas y el sindicato a la retención de 20 % a las exportaciones de petróleo (ley alentada desde el Ejecutivo y aprobada por el Congreso) ha dado lugar a un proceso de negociación que está en curso.
Las marchas y contramarchas, las confusiones, los tironeos entre sectores del gobierno reflejan, si bien se mira, las enormes dificultades para enderezar el desorden generado por la decisión de devaluar, que se sumó a la herencia recibida del gobierno aliancista (una administración que duplicó el número de indigentes y de desocupados en dos años). La producción nacional, que presuntamente crecería según los sectores devaluacionistas, continúa colapsada. La recaudación se comprime, adicionando a la tradicional e irresuelta evasión, una desobediencia fiscal de hecho, disparada tanto por la crisis y la depresión como por los cuestionamientos públicos al Estado y el sistema político. Así, el gobierno nacional debió anunciar que el pago de la integridad de los salarios públicos nacionales de febrero no está asegurado: dependerá de la cobranza de impuestos. Y las perspectivas no son alentadoras: hasta el momento la recaudación registra una caída del 25 %.
La situación de la administración nacional no es, de todos modos, peor que la de muchas provincias que ya tienen sus sueldos atrasados. Ese es el marco en que se están discutiendo la coparticipación y el presupuesto nacional. Y en el que ya se oyen las voces críticas del movimiento sindical.
Resulta arduo imaginar cómo se encarrilarán esos problemas en los próximos meses sin encarar las reformas profundas que por el momento el gobierno, ensimismado en el día a día, ha postergado mientras se multiplican las dificultades y se agotan los escasos márgenes de gobernabilidad de una administración cuya fuente de legitimidad fundamental es el pacto bonaerense que hegemonizó la Asamblea Legislativa. |
Jorge Raventos , 26/02/2002 |
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