EL MUNDO DESPUES DEL GRAN ATENTADO

 


Mientras en medio de medidas especiales de seguridad Estados Unidos se apresta a conmemorar hoy el décimo aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, Barack Obama anunció un ambicioso plan para la reducción del desempleo, una cuestión que constituye hoy la principal prioridad en la atención de la opinión pública estadounidense.

Mientras en medio de medidas especiales de seguridad Estados Unidos se apresta a conmemorar hoy el décimo aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, Barack Obama anunció un ambicioso plan para la reducción del desempleo, una cuestión que constituye hoy la principal prioridad en la atención de la opinión pública estadounidense. Este salto en la índole de la preocupación de los norteamericanos no significa que este aniversario pase desapercibido. Para calibrar el impacto de los acontecimientos del 11 de septiembre, una reciente encuesta determinó que un 97% de los estadounidenses todavía recuerda exactamente dónde estaba cuando se enteró de la noticia. El estudio revela también que esas huellas del traumático episodio en el inconsciente colectivo son solo comparables con las que dejó en 1963 el asesinato del presidente John Kennedy. Algunos psiquiatras la definieron como la “expulsión de Disneylandia”. Sin embargo, la conmemoración contendrá esta vez un elemento nuevo: la eliminación de Osama Bin Laden, materializada en mayo pasado, a través de una operación clandestina realizada por un comando militar norteamericano en una ciudad de Pakistán, y que constituyó un ajuste de cuentas de efectos balsámicos. Una década después de aquel 11 de septiembre el mundo ha cambiado radicalmente. Bin Laden no está más. Al Qaeda quedó virtualmente desarticulada. Washington estima ganada la guerra mundial contra el terrorismo. El mundo árabe atraviesa una primavera revolucionaria en la que el fundamentalismo islámico ejerce una escasa influencia. Pero en estos diez años EEUU perdió el liderazgo que detentaba a principios del siglo XXI. La historia del mundo cambió en un solo instante. George W. Bush tuvo que hacer a un lado todas las prioridades originarias de su gobierno para circunscribirlas a una sola: la guerra contra un inédito desafío a la seguridad nacional. Hasta entonces la Casa Blanca había apostado a la rebaja de los impuestos y la disminución del gasto público. Ese redimensionamiento ocurría en un contexto global extraordinariamente favorable, cuyas ventajas ya había usufructuado Bill Clinton. La finalización de la Guerra Fría había posibilitado una drástica reducción del presupuesto militar estadounidense. Frente a las nuevas circunstancias, Bush se abrazó al ideario de un núcleo de intelectuales neoconservadores que esperaba la oportunidad propicia para empujar a Estados Unidos a luchar por su “destino manifiesto”. El presupuesto de defensa aumentó hasta representar la mitad del gasto militar mundial. La consecuencia fue un incremento del gasto público, un fuerte déficit fiscal y un endeudamiento que agobia a la economía estadounidense. Bush se transformó en el mandatario de una nación en guerra. Para ello contó con un respaldo solo comparable con el que la sociedad norteamericana brindó a Franklin D. Roosevelt frente al sorpresivo ataque militar japonés en Pearl Harbour, que forzó la intervención estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. Mientras los bomberos de Nueva York escarbaban entre los escombros de las Torres Gemelas en la búsqueda de cadáveres y de sobrevivientes, el Congreso estadounidense realizó formalmente una declaración de guerra contra las redes terroristas que habían perpetrado esa agresión militar en suelo americano, cuyo saldo se contabilizó en 3.000 muertos. De un día para otro, prácticamente sin ninguna preparación previa, EEUU se embarcó en una guerra de nuevo tipo contra una organización no estatal, que no tenía un territorio determinado y aparecía sorpresivamente en cualquier parte del planeta. El costo de esa improvisación se sintió durante el desarrollo del conflicto. El espíritu de esa cruzada contra el terrorismo está sintetizado en la llamada “doctrina del uno por ciento”, acuñada por el vicepresidente Dick Cheney. En una reunión con los responsables de la inteligencia norteamericana para evaluar los riesgos de seguridad que implicaban el peligro de que Al Qaeda pudiera hacerse de armas atómicas, químicas o bacteriológicas, Cheney dictaminó que “si existe un uno por ciento de posibilidades de que los terroristas tengan acceso a armas de destrucción masiva, EEUU debe reaccionar como si esa posibilidad fueran del ciento por ciento”. La “doctrina Cheney”, que fundamentó la intervención en Irak, actualizó la consigna de “tire primero y pregunte después”, y signó el comportamiento estadounidense durante una guerra asimétrica y no convencional, cuyos capítulos más importantes fueron estrictamente secretos. Por eso es que la historia oficial de esta guerra es apenas una mala novela. En su famoso libro “La doctrina del uno por ciento”, el periodista Ron Suskind recalca que los entretelones de la guerra contra el terrorismo estuvieron cruzados por el conflicto entre los “notables”, entre quienes se encontraban la mayoría de los funcionarios de la Casa Blanca, y los “invisibles”, categoría en la que revistaban casi todos los profesionales de inteligencia. Al margen de la polémica sobre las condiciones de vida en la prisión de Guantánamo y del debate sobre la licitud de los métodos de interrogatorio a los detenidos, que giró alrededor de si determinadas prácticas constituían o no actos de tortura, la información sobre las cárceles ocultas en terceros países, así como sobre la contratación de agencias de seguridad privadas que reclutaban mercenarios para operaciones militares o de inteligencia reflejan la índole de la estrategia empleada en estos años. El descubrimiento en la residencia de Muamar Gadafi de documentos probatorios de la colaboración prestada por el exmandatario libio a la CIA en el encarcelamiento de cuadros de Al Qaeda es solo la punta de un gigantesco iceberg.
Pascual Albanese , 11/09/2011

 

 

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