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En busca de una nueva “alianza estratégica” |
Aquella célebre “alianza estratégica” entre los K y el gremialismo ha sido finalmente un joint venture entre Montescos y Capuletos. Parece claro que la señora busca nuevos aliados para encarar una etapa que le provoca vértigo. Los gremios se ponen antipáticos; la reacción de la clase media cuando le toque asimilar la liquidación de subsidios y las nuevas cargas tarifarias es una inquietante incógnita. Desde el interior se anticipan tiempos complicados. Ella busca apoyo de los empresarios. Convoca a la Fuerza Aérea para controlar vuelos. La ministra Garré trae 700 nuevos gendarmes a la Capital. ¿Teme perder la calle a manos de antiguos socios? Su discurso, sus gestos y este contexto anticipan la nueva etapa. |
Fue una semana de definiciones tanto explícitas como sugeridas. Palabras, gestos, actos: empieza a visualizarse el perfil de la tercera presidencia K. Mucho de lo que hoy sale a la luz y se deja ver con mayor claridad estaba bosquejado en los últimos meses. Mucho es consecuencia de lo que se vino haciendo en los últimos años,
La Presidente asistió a la Conferencia Industrial organizada por la UIA en el Hotel Hilton de Buenos Aires. A la Señora le gusta “la burguesía nacional” y su relato procura definir a su gobierno como “industrialista”. Ella acentúa sus gestos de cordialidad con el presidente de la entidad, Eduardo De Mendiguren. Inclusive ha hecho esfuerzos por mejorar los vínculos con Paolo Rocca, el número uno de la mayor firma del sector (Techint), con la que el gobierno tuvo más de un choque en el último año (particularmente por los vínculos entre el gran holding siderúrgico y el Grupo Clarín). En la reunión del Hilton la señora se levantó de su asiento para saludar a Rocca. Un gesto excepcional.
“Nuestra línea es la depreciación de la moneda”
En la reunión de la UIA la Presidente trató de dar respuesta simultánea a los que prevén una devaluación abrupta (y por eso se vuelcan al dólar) y a los empresarios que la desean e invocan la necesidad de “un cambio competitivo”. Ella aseguró que no habrá un salto grande en la cotización pero que seguirá quitando valor al peso.
Lo dijo así: “la línea argentina nunca la van a ver en la línea de la revaluación de la moneda; siempre la van a ver en la línea de depreciación de la moneda. Tal vez no con la intensidad que querrían todos…”.
“No me vengan a hablar de inflación”
Por el hecho de que la señora mencionó a la inflación por su nombre, sin los eufemismos que habitualmente emplean sus funcionarios, hubo quienes dedujeron que el gobierno prepara alguna estrategia antiinflacionaria. No la oyeron bien. Cuando ella se comprometió a seguir en la línea de la depreciación del peso, pidió a los empresarios que no insistan demasiado con la inflación. “No me vengan a hablar de inflación después, porque si yo no tengo controlada también la variable del dólar, vamos, muchachos, dos más dos es cuatro, todos sabemos que terminan referenciando los precios de los bienes y de los servicios en dólares”.
“Las metas de inflación destruyeron la región”
La Presidente fue más allá, puso la cuestión en términos conceptuales: “Nuestro modelo es un modelo de crecimiento, no de metas de inflación. El modelo de metas de inflación es el método del Consenso de Washington, que llevó a la destrucción de la región. Nosotros creemos en el crecimiento, en el trabajo y en la inclusión”, dijo. En rigor, en la región son varios los países (Brasil, Chile, Perú) que han controlado enérgicamente la inflación, han crecido y han incrementado la inversión, tanto la nacional como la externa. Pero lo que interesa aquí es la definición de la señora de Kirchner y la señal que ella ofrece sobre la próxima gestión económica. Sus definiciones en la Conferencia Industrial están más próximas a los criterios de Mercedes Marcó del Pont que a los que venía sugiriendo tras bambalinas Amado Boudou.
Verbitsky y “los tontos que creen que se prohibirá la remesa de ganancias”
La Presidente procuró asimismo tranquilizar a los inversores, y, aunque no descartó completamente la posibilidad de que se prohíba a las empresas transnacionales que remesen sus ganancias al exterior, destrató a quienes suponen que eso es posible. “Ofenden la inteligencia –dijo- quienes creen que se va a prohibir remitir ganancias. Me preocupan los tontos que pueden creer cosas como ésas después de ocho años”.
Toda una definición. Aunque a decir verdad, los rumores sobre esa medida que ella ahora descarta surgieron de las propias filas oficialistas. De los sectores más voluntaristas en su progresismo. Sin ir más lejos, el 6 de noviembre, en su columna dominical en el diario Página 12, Horacio Verbitsky (“ministro sin cartera” de este gobierno, según Jorge Lanata), apuntaba: “…las casas matrices de empresas extranjeras han reclamado a sus filiales que incrementaran la remisión de utilidades(…)el crecimiento vertical de las remisiones de utilidades al exterior por parte de las firmas extranjeras radicadas en la Argentina a partir de 2003 llegó el año pasado a 8100 millones de dólares, y su peso creciente sobre la balanza comercial equivalía a poco más del 6 por ciento en 2003 y llegó al 55 por ciento el año pasado y tienden a aumentar si no se adoptan medidas”. Y remataba: “El mensaje es transparente y alcanza a todos los países con empresas radicadas aquí. La Argentina no puede permitirse una balanza desequilibrada. Si no se nivela por mayores compras de productos argentinos, lo hará por trabas a la remisión de utilidades”.
Aunque no se han resuelto medidas oficiales con la intención sugerida por Verbitsky, sí han existido presiones informales sobre grandes empresas destinadas a suspender la remesa de ganancias, encabezadas por el ínclito Guillermo Moreno. La propia Presidente insistió en que las empresas deberían reinvertir las utilidades en el país, en lugar de satisfacer a sus casas matrices.
En algún caso los pedidos tuvieron éxito, en otros (Repsol, City, Santander, por caso) las gestiones fueron desatendidas. El gobierno les habla, digamos, con el corazón… En fin, no hay medida oficial que rija esos comportamientos. ¿Por ahora?
“La distribución de utilidades es cosa de las partes, no del Estado”
En fin, en el escenario montado por los empresarios, la señora también toreó al gremialismo: “¿Está por allí el compañero secretario general de la CGT?”, pidió desde el micrófono por un Moyano que ya había partido. Pese a esa ausencia, la Presidente destacó que ella no cree que el reclamo cegetista de distribución de ganancias empresarias deba resolverse por una norma. “Eso no tiene que definirlo el Estado, deberían arreglarlo entre gremios y empresas en las convenciones de trabajo”, argumentó. La postura obviamente alegró a De Mendiguren y los suyos. En verdad, lo que es coherencia en el sector empresario (que viene sosteniendo ese punto de vista) se torna vidrioso cuando lo proclama un gobierno que ha venido interviniendo ampliamente en muchos aspectos que podrían dejarse a instancias más directamente involucradas, siguiendo el criterio de subsidiariedad. Sin ir más lejos, el Estado intervino en la convención colectiva de los trabajadores rurales y anuló el incremento salarial acordado por el gremio que lidera Gerónimo “Momo” Venegas y las cámaras empresarias.
Disparen sobre los gremios
A partir de la Conferencia Industrial, la Presidente ensayó una seguidilla de golpes sobre los sectores gremiales que resisten sordamente el mando de la Casa Rosada. Aunque el blanco principal sigue siendo Hugo Moyano, la señora no ahorró munición en sus golpes al gremialismo aeronáutico. No sólo lo hizo para cubrir con la autoridad presidencial a la conducción de Aerolíneas Argentina (acusada de impericia y de una gestión mala y sospechosa), sino para sofocar un desafío a su propio poder. “A Mariano Recalde lo nombró esta Presidenta, no el Espíritu Santo”, dijo, revelando que ella siente los ataques al grupo de La Cámpora que administra la línea aérea como golpes contra su investidura”. Tanto ella como los funcionarios que le hicieron eco emplearon palabras inequívocas para hablar del gremialismo aeronáutico: “boicoteadores”, “provocadores”. La señora divulgó inclusive los salarios que atribuye a cada categoría de trabajadores del sector, un detalle que muchos consideraron un golpe debajo del cinturón.
“Peor que eso –señala un dirigente sindical del ramo-, esas cifras fueron una mentira”. Ricardo Cirielli, el titular de la Asociación de Personal Técnicos Aeronáuticos, coincidió en que las cifras proclamadas por la Señora de Kirchner no son las correctas (“le pasan mala información”) y agregó que, en cualquier caso la Presidente no había hablado de los sueldos de los jóvenes directivos de Aerolíneas Argentinas: “Todos los argentinos tenemos el derecho de saber cuánto cobran”, agregó. Aunque efectivamente ese dato está ausente (la compañía no muestra balances tampoco), en medios gremiales se afirma que el sueldo mensual (sólo el sueldo) de Mariano Recalde supera los 20.000 dólares.
La nueva etapa y una inversión de alianzas
La respuesta sindical (desde la CGT insisten en buscar una ley sobre reparto de ganancias, no bajan los reclamos sobre el incremento del mínimo no imponible ni otras reivindicaciones que juzgan prioritarias; los aeronáuticos no parecen dispuestos a retroceder) indica que el gremialismo no se siente intimidado por la acometida presidencial. La tensión va camino de aumentar.
Hasta las vísperas electorales, la relación entre el gobierno K y los gremios era definida como “alianza estratégica”. Bastante antes, en marzo, describimos esa relación en esta página. Decíamos: “Más que de una alianza estratégica (en la que los socios, persiguen objetivos comunes de largo plazo) para caracterizar el estado actual del arreglo entre el moyanismo y el cristinismo habría que hablar de tregua. O de pacto, si se lo compara, por caso, con el célebre pacto Molotov-Von Ribbentrop, por el cual la Unión Soviética de Stalin y la Alemania de Hitler se comprometieron en agosto de 1939 a no agredirse, a proveerse mutua ayuda mientras acordaban un reparto de esferas de influencia en Europa central y oriental. Bajo el imperio de ese acuerdo fue invadida Polonia y la URSS se anexó los países bálticos e invadió Finlandia. De todos modos, pocos meses después del pacto Alemanía tomaba la decisión de invadir la Un ión Soviética”.
Hoy se va volviendo claro que aquella célebre “alianza estratégica” ha sido apenas un joint venture entre Montescos y Capuletos.
Parece claro que la señora busca nuevos aliados para encarar una etapa que quizás le provoca vértigo. Los gremios se alejan y se ponen antipáticos; la reacción de la clase media cuando le toque asimilar la liquidación de subsidios y las nuevas cargas tarifarias es una inquietante incógnita. Desde el interior se anticipan tiempos complicados: el gobernador de Córdoba advirtió que su provincia quizás no pueda pagar los sueldos de enero porque la caja central no le cumple con una deuda. "Es absolutamente injusto que la Nación se haya llevado de Córdoba 2100 millones de pesos en 2011 para solventar el sistema jubilatorio nacional y que no haya mandado los 1040 millones que le debe a Córdoba, algo establecido por ley", dijo Juan Schiaretti. A su lado, el gobernador de Santa Fé, Hermes Binner, lo exhortó a “ construir una lucha común frente al poder central".
La Presidenta, con los votos todavía frescos pero necesitada de o empeñada en invertir algunas alianzas y establecer nuevos controles, busca apoyo de los empresarios. Convoca a la Fuerza Aérea para controlar vuelos. La ministra Garré trae 700 nuevos gendarmes a la Capital. ¿Teme perder la calle a manos de antiguos socios? Su discurso, sus gestos y este contexto anticipan la nueva etapa.
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Jorge Raventos , 26/11/2911 |
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