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Homenaje a Luis Jalfen. Presentación del libro "Qué hacer con la Universidad" (Cuarta Parte) |
Texto completo de las exposiciones de Pascual Albanese, Silvio Maresca, Jorge Bolívar y Jorge Castro en la Mesa de Análisis de Segundo Centenario, el 10 de abril de 200l. |
Jorge Castro:
Cuando dos días después de su muerte, estando fuera del país, Pascual Albanese me dijo "murió Luis Jalfen", yo comencé a trasformar algo que respondiera a la siguiente pregunta: ¿Por qué Luis Jalfen fue tan importante para nosotros, para mí personalmente? Y tratar de responder esa pregunta en la forma en que lo haría Luis Jalfen, esto es, sin subjetivismo ni sentimentalismo. Entonces revisé sus libros, algunos que conversé con él, también algunas notas. Y encontré lo siguiente: Quienes son los que profesan el pensamiento, no son hombres que se caracterizan por los libros polvorientos, sino por su vitalidad espiritual. Me hace acordar al concepto de un personaje muy similar, aunque con otra formación, en otra época, pero por su intensa vitalidad espiritual. Es André Malraux quien dice que un intelectual no es aquel que lee muchos libros, sino el que ordena su vida alrededor de una idea.
Por eso dice Jalfen: "Pensar es la actividad de pensar, esto es, es un hacer, es una práctica. Qué significa este hacer, esta práctica, ante todo, atreverse a cuestionar los supuestos con los que uno eventualmente se maneja". Siempre admiré la inteligencia de Jalfen pero más admiro su valor. Esto es el valor de sus propias convicciones y su extraordinaria capacidad para evadirse de los lugares comunes y del mundo de lo políticamente correcto. Por eso dice: "El pensar es dar respuestas creativas, cada vez, todos los días, frente a los desafíos que se nos presentan en la vida cotidiana". Pensar, decía Jalfen, creo que lo anoté en un libro de él pero después lo desarrollé en una conversación, siempre pensar es pensar de nuevo. Frente a cada hecho no repetir un cassette, sino realizar esta tarea práctica de reconstruir críticamente lo nuevo que capté. Por eso, este es un pensamiento que es activo, es crítico, es creador con todo, por todo y frente a todo. Y dice que es no pensar: "Es repetir, es creer que las cosas tienen un solo rostro, que la realidad es homogénea, en vez de descubrir que es hondamente diferente". Citaba a Einstein donde dice "pensar es una invitación a internarse en la aventura de pensar". Es una aptitud para querer seguir más allá de los clichés, de los lugares comunes, de los lugares establecidos, de lo aborrecible de lo políticamente correcto, para atreverse a pensar lo diferente.
En mi pensamiento arribo a un momento determinado. La normatividad, el mundo del "deber ser", ocupa el lugar cero, la verdad es el presentarse de los entes, incluido el hombre, es un tránsito que se presenta al abrirse. Y luego agrego algo que es la idea de que todo lo verdadero está a la vista. Hace una cita en la que señala que los jeroglíficos de Egipto siempre fueron claros. Lo que pasó es que se tardaron 3.000 años en descubrir sus códigos. Pero estuvieron siempre claros, estuvieron a la vista. La realidad, esto es la verdad, siempre está a la vista, lo difícil es comprender lo que está diciendo. Porque la verdad no es una cosa o un dato. No está en otro lado, sino que se presenta siempre en lo que aparece. La verdad es el aparecer. Por eso dice: "Hay que exhibir siempre lo existente como tránsito, como resplandor, como apertura y cultivar la diferencia". En este cultivo intenso y constante de las diferencias, lo real es al mismo tiempo lo simbólico, no porque sea abstracto ni mucho menos porque sea suspendido, o una sensibilidad especial, sino una comprensión apagada no real a la luz de lo que le falta. Porque el lugar de lo estético, de lo simbólico, es advertir el carácter inherentemente faltante, huidizo que tiene el mundo.
Yo pensaba, nosotros, yo mismo, con toda la experiencia de pensamiento político, económico, histórico, ¿por qué entonces nos produjo tanto impacto este pensamiento, que en algunos momentos tenía muy poco en común con lo que nosotros habíamos desarrollado como vocación u ocupación durante toda una vida? Y de pronto empiezan a aparecer los puntos en común que hacían que lo que nos invitaba a hacer Jalfen era pensar de nuevo para comprender lo nuevo. Era algo que estaba presente en nuestros pensamientos, en nuestra experiencia, pero que al hacerla él nos enriquecía.
Lo primero, la crítica al humanismo: la idea de que "el hombre es la medida de todas las cosas" le provocaba un cierto horror festivo, que para él era una muestra de que en nombre de esta ideología se habían cometido los crímenes más grandes contra el ser humano.
Y luego esto llevaba a que este crítico del humanismo, tan preocupado por el ser humano en su cotidianidad, redescubriera lo trascendente. Y encontrara en la dimensión de lo trascendente, que por ejemplo identifica con la era tecnológica, con la revolución tecnológica como manifestación de lo trascendente en nuestra época, como la revelación del ser en nuestra época como necesidad y no como respuesta. Parece un pensamiento que es lo contrario a lo político, que vende certidumbres, crea mitos, muestra una constante seguridad en medio de la incertidumbre constante de los acontecimientos. Y, sin embargo, la visión de Luis Jalfen va al fondo de un replanteo que lo modifica en sus raíces. Porque lleva por necesidad a lo que me permitiría clasificar como un "hiperrealismo". La idea de que la realidad es sabia, que la realidad es sagrada, que la realidad es más valiosa que toda teoría, incluso desde el punto de vista teórico.
De pronto comencé a percibir que Jalfen decía lo que nosotros pensamos de alguna manera pero no habíamos formulado y es que la comprensión de la realidad como sabia, sagrada, más valiosa que la teoría, incluso que del punto de vista teórico, no sólo no era una manifestación de pragmatismo sino que en realidad era una comprensión que surgía en rechazo a toda visión pragmática. Porque el pragmatismo, en definitiva, lleva a una separación entre los hechos y el pensamiento y este hiperrealismo, esta idea de que la realidad es más sabia, más valiosa que la teoría incluso desde el punto de vista teórico, se funda en la premisa establecida por Heidegger, citada por Jalfen, de que los hechos tienen su propia doctrina. No es, como dice el pragmatismo, que lo que importa son los hechos sin doctrina, sino que en realidad el camino es exactamente el inverso. Se trata de descifrar la doctrina inscripta en los hechos.
Por eso en definitiva este pensamiento, que aparecía en las antípodas de la preocupación obsesivamente política, histórica, económica, llega a un punto de encuentro, con una visión nueva de lo político que es propia de la época. Es la idea de que el núcleo mismo de la acción política consiste en un fenómeno cultural, o que, dicho de otra manera, las transformaciones políticas, sociales, económicas, de envergadura lo son en la medida en que son revoluciones culturales y, por lo tanto, irreversibles.
De pronto, este pensamiento, que rechazaba en la religión la idea del Dios entendida como una cosa al que consideraba un ídolo, pero sí intensamente preocupado por el descubrimiento de lo sagrado, venía a decir que la política es ante todo un fenómeno cultural, entendido como la capacidad para crear un ámbito de pensamiento y de acción fundado en pautas o, como se diría en términos contemporáneos, en estructuras de pensamiento que quedan de una manera absolutamente irreversibles. Se encuentra con la idea, que proviene entre otros de la Iglesia Católica, que las únicas revoluciones verdaderamente trascendentes son las revoluciones culturales. Entonces, me encontraba con una cita que le tomé a Jalfen de una conferencia, que después con él la desarrollé extensamente y que él la toma de Heidegger y que dice: "Decidir es fácil, lo que es difícil es crear las condiciones que hacen fácil decidir". En definitiva ¿por qué Jalfen es alguien tan entrañable?, utilizando este término en un sentido descriptivo y preciso ajeno a toda subjetividad y todo su aborrecido sentimentalismo. Porque lo que nos estaba diciendo Jalfen, con su presencia ante todo y por la idea de que un pensador no es alguien rodeado por libros polvorientos, sino alguien que se caracteriza por su intensa vitalidad espiritual, era: "Ustedes creen que la política es decidir, es acción, es praxis, pero sepan que eso es fácil... Lo difícil, lo trascendente, lo verdaderamente decisivo es crear las condiciones culturales propias de la época que expresen en un plano de pensamiento las categorías de la manifestación que en un momento determinado adquiere el ser, para que entonces aquello que ustedes consideran tan importante que es decidir y que verdaderamente lo es, reconozcan que lo más difícil no es eso sino crear las condiciones culturales que hacen fácil decidir. Muchas gracias. |
Agenda Estratégica , 10/04/2001 |
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