La CNN es la punta de un iceberg.

 

El default se pagará en términos de atraso tecnológico y será entonces, literalmente, tiempo perdido para la Argentina.
La globalización es un hecho de raíces tecnológicas y culturales, antes que de naturaleza económica. Su punto de partida fue la revolución de las comunicaciones y la informática. La globalización del sistema productivo mundial comenzó con la revolución de la información. Recién después pasó al mundo financiero y, más tarde, al terreno económico propiamente dicho. De allí que muchos ensayistas consideren que el punto de inflexión de la marea globalizadora, antes de la irrupción de Internet, fue la cobertura informativa realizada por la CNN de la guerra del Golfo, que constituyó el primer conflicto bélico en la historia universal presenciado "en vivo y en directo" desde sus hogares por millones de seres humanos de todo el planeta.

Hoy la CNN, erigida ya mundialmente en símbolo de esa "aldea global" descripta hace muchos años por Marshall McLuhan, dejó de verse en las principales cadenas de televisión por cable de la Argentina. Es un hecho cargado de significado. Salvo en Cuba, no existe actualmente ningún otro país de América Latina donde suceda algo semejante.

Hay, sí, una diferencia importante: la CNN nunca estuvo en Cuba, que no tiene ningún servicio de televisión por cable. En cambio, la Argentina es el cuarto país del mundo en relación a la proporción de usuarios de televisión por cable por número de habitantes. Más de la mitad de la población argentina está conectada a la televisión por cable. Sólo Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá están por encima de ese porcentaje de cobertura.

Pero lo que sucedió con la CNN, seguramente remediable a corto plazo, es apenas la punta de un gigantesco "iceberg". Porque esa formidable penetración alcanzada por la televisión por cable fue el resultado de los muchos centenares de millones de dólares de inversiones nacionales y transnacionales realizadas en la década del 90, que junto con las cuantiosas inyecciones de capital efectuadas en el sistema de telecomunicaciones permitieron un formidable tendido de redes de fibra óptica en todo el territorio nacional.

Esas inversiones colocaron internacionalmente a la Argentina en el pelotón de vanguardia en materia de su infraestructura de comunicaciones, que tecnológicamente se encuentra entre las más avanzadas del mundo y que constituye el núcleo básico de la nueva economía de la información. Alcance con señalar que en la ciudad de Buenos Aires hay colocada actualmente más fibra óptica que en la isla de Manhattan.

No es casual entonces que las razones de fuerza mayor que explican la transitoria desaparición de la CNN de las pantallas argentinas, entre otras la grave crisis financiera que determinó hace unas semanas la cesación de pagos de Multicanal, hayan sido las mismas que provocaron el "default" anunciado por Telecom. Ninguna de ambas empresas, que operan con tarifas pesificadas, está en condiciones de afrontar sus vencimientos externos, pagaderos en dólares, derivados del endeudamiento contraído para posibilitar su fenomenal expansión de los últimos años.

Esta situación de crisis que se manifiesta crudamente en el campo de las comunicaciones converge con otro fenómeno de singular envergadura, también disparado con la devaluación: el brutal encarecimiento de los equipos e insumos informáticos, que afecta muy seriamente las posibilidades de reequipamiento tecnológico y hasta dificulta el mantenimiento del parque actualmente existente, con el consiguiente impacto sobre la totalidad del aparato productivo.

Desde el punto de vista estratégico, en una época signada por la aceleración del tiempo histórico, el lapso que tarde en remediarse esta situación de estrangulamiento externo se pagará en términos de atraso tecnológico y constituirá, no en un sentido discursivo ni metafórico sino estrictamente literal, tiempo perdido para la Argentina.
Pascual Albanese , 04/04/2002

 

 

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