|
Golpes, conjeturas y promesas. |
El rumbo iniciado con la ruptura de la convertibilidad, la devaluación, la pesificación forzosa y la flotación cambiaria desmiente tanto las perspectivas de apertura como las promesas productivistas de la primera hora. Más bien empuja en el sentido de decadencia social, obsolescencia tecnológica, aislamiento y crisis renovada.
|
"Lo de Venezuela fue un golpe de Estado", definió sin vacilaciones Eduardo Duhalde desde San José de Costa Rica. El confinamiento de Hugo Chávez en una unidad castrense se había producido horas antes, detonado por manifestaciones de algunos sindicatos, clase media y empresarios y por la aparente evaporación del respaldo militar con el que el ex presidente - militar de carrera él mismo - había contado hasta el momento. "Que sea el pueblo de Venezuela el que elija quién debe ocupar la Presidencia", agregó Duhalde.
Casi a la misma hora en que varios periodistas transcribían esos dichos, en Pilar, provincia de Buenos Aires, el último presidente argentino electo en comicios generales, Fernando De la Rúa, discutía con sus abogados su próxima presentación ante la Justicia, en la que insistirá con su idea de que su renuncia fue forzada por una conspiración política con eje bonaerense (que incluye a dirigentes de su propio partido), desde la cual se alentaron desmanes y saqueos y se le restaron instrumentos de gobernabilidad. "Los hechos de Venezuela muestran algunos paralelos con lo ocurrido aquí en septiembre", comentó el sábado 13 un allegado a De la Rúa refiriéndose a la aparente dimisión de Chávez; aunque advirtió que "también hay diferencias sustanciales. El
gobierno de Fernando tendría otras fallas, pero ni practicaba el populismo mesiánico, ni estaba enfrentado con los Estados Unidos, ni devaluó la moneda, como acababa de hacer Chávez. En cualquier caso, Duhalde no debería mentar la soga en casa del ahorcado".
De la Rúa y los suyos no están solos en la presunción de que el prematuro fin de su gobierno fue provocado. El intendente de Escobar, Luis Patti, comparte la sospecha: "Dela Rúa no se cayó: lo tiraron. Fue un golpe", dictaminó esta semana ante un canal de noticias.
En todo caso, los sucesos venezolanos tendrían una peculiaridad no registrada aquí: el apartamiento de De la Rúa estuvo lejos de encontrar resistencias en la ciudadanía. El electorado que había llevado al gobierno a la Alianza en 1999 se había dispersado, desmoralizado por lo que observaba como un fracaso. El fuerte respaldo popular con que Chávez había llegado al poder tres años antes para encabezar su revolución bolivariana demostraría ser aún una presencia de magnitud, capaz de incidir sobre los acontecimientos y de no ser borrado del escenario, más allá de los errores del propio Chávez.
En el terreno de las intrigas y las conjeturas, la plana mayor del radicalismo - con Raúl Alfonsín a la cabeza - parece convencida de que en Entre Ríos está a punto de producirse un golpe institucional porque la Legislatura de la provincia debate la iniciación de juicio político al gobernador Sergio Montiel, acusado de mal desempeño de funciones, violación de las Constituciones de la Nación y la provincia e infracción del Código Penal. Alfonsín reclamó a Eduardo Duhalde que contenga al peronismo entrerriano, principal motor del impeachment y advirtió que un desplazamiento de Montiel pondría en cuestión la alianza de la UCR con el gobierno.
Desde su lugar de detención - Campo de Mayo, desde el viernes 12 - Domingo Cavallo reclama por otra conspiración conjetural: sus letrados han denunciado ante la Justicia que la prisión del ex ministro responde a una intriga del gobierno. Citan como pieza clave de testimonio un artículo firmado por Horacio Verbitzki, publicado el domingo 7 en "Página 12", en el que se describen con minucia dos reuniones mantenidas por el jefe de la SIDE, el rionegrino y ex diputado por la provincia de Buenos Aires Carlos Soria con la casi totalidad de los jueces federales. En esas tenidas el Señor 5 habría reclamado a los magistrados que pusieran entre rejas al ex ministro de Economía y a dos o tres banqueros, uno de los cuales, Carlos Rohm, (igual que Cavallo ahora) fue efectivamente detenido y procesado. La circunstancia de que Verbitzki no sea precisamente un simpatizante de Cavallo otorga mayor verosimilitud a la información que, por otra parte, no fue desmentida por ninguna de las personas involucradas.
Las suspicacias cruzadas no son, con todo (por ahora, al menos), el signo más inquietante para el gobierno. Más preocupación inmediata le procura la necesidad de cumplir los requisitos que el representante del FMI, Anoop Singh, no se cansa de enumerar ante diversos públicos. Algunos de esos condicionamientos - cuya materialización deberá garantizar el estado nacional si quiere ver aprobada, y eventualmente realizada, la ayuda financiera a la que aspira- son resistidos por
las provincias, que corcovean ante el monitoreo periódico y minucioso de sus cuentas prometido por el FMI. La provincia de Buenos Aires y Córdoba
(responsables por el 70 por ciento del déficit fiscal consolidado) no son las únicas que resisten. Por otros motivos - las retenciones establecidas a las exportaciones agropecuarias - Carlos Reutemann hizo abandonar el gobierno nacional al secretario de Agricultura y adelantó la retirada del secretario de Hacienda, dos hombres de Santa Fé. Duhalde sabe que su principal base de apoyo legislativo puede ser la alianza entre el peronismo y el radicalismo bonaerenses, pero también que su oxígeno político proviene del consentimiento de los gobernadores y jefes políticos del peronismo de provincias. La semana última debió pagar 400 millones de dólares para conservar la confianza de los gobernadores: son los giros de coparticipación retrasados que él había prometido oportunamente a los distritos como requisito del último acuerdo fiscal y que hasta el momento no habían llegado a destino. Ese cumplimiento - que le generó un nuevo dolor de cabeza al Palacio de Hacienda- aceleró la aprobación en Diputados de la Ley que institucionaliza aquel acuerdo y los consiguientes compromisos de control de déficit en los distritos, reclamados por el enviado del FMI. En cualquier caso, no alcanzó aún para destrabar la revisión de las leyes de Quiebras y de subversión económica, otro requisito del Fondo.
La mirada del gobierno sigue fija en la expectativa del acuerdo con el FMI. Tanto, que el Presidente hasta insinúa en función de ese objetivo un cambio de lenguaje. "Las soluciones sólo llegarán abriendo el mercado argentino al mundo...cerrarse es una locura", declaró en Costa Rica el viernes. ¿Se trata del prólogo discursivo de un cambio de política o, simplemente, de otra muestra de distancia entre los dichos y los hechos? Lo cierto, por el momento, es que el rumbo iniciado con la ruptura de la convertibilidad, la devaluación, la pesificación forzosa y la flotación cambiaria desmiente tanto las perspectivas de apertura como las promesas productivistas de la primera hora. Más bien empuja en el sentido de decadencia social, obsolescencia tecnológica, aislamiento y crisis renovada. |
Jorge Raventos , 16/04/2002 |
|
 |