Un "modelo" agotado

 

La desesperante situación financiera que atraviesa hoy la gran mayoría de los grandes grupos empresarios argentinos, al borde de la cesación de pagos, es consecuencia directa de la brutal incidencia de la devaluación monetaria sobre sus abultadas deudas contraídas en dólares en el exterior.
La desesperante situación financiera que atraviesa hoy la gran mayoría de los grandes grupos empresarios argentinos, al borde de la cesación de pagos, es consecuencia directa de la brutal incidencia de la devaluación monetaria sobre sus abultadas deudas contraídas en dólares en el exterior. Lo ocurrido el sábado en el acto de inauguración de la Exposición Rural de Palermo simboliza el requiem de toda una visión de la Argentina. El abucheo generalizado del público no tuvo por destinatario al Secretario de Agricultura y Ganadería Rafael Delpech, sino que respondió al hecho de que, por primera vez en más de veinticinco años, y sin que mediara ningún tipo de explicación oficial, la ceremonia anual más representativa del sector internacionalmente más competitivo de la estructura productiva argentina fuera jalonada por la ausencia presidencial.

Las duras críticas lanzadas por el titular de la Sociedad Rural Argentina, Enrique Crotto, contra "las camarillas de los que se autocalificaban productivos", a las que consideró responsables de "una devaluación de funestas consecuencias", señalan el rechazo del sector agropecuario, que teóricamente sería el principal beneficiario de la salida de la convertibilidad, a una decisión estratégica equivocada que, por encima de muchas otras consideraciones económicas y sociales igualmente negativas, condenó al país al atraso tecnológico y al aislamiento internacional.

Mientras tanto, un importante grupo de empresarios de primera línea iniciaba febriles gestiones para que el gobierno impidiera la adquisición de Pecom, la principal empresa energética argentina, propiedad del holding Pérez Companc, por la compañía estatal brasileña Petrobras, en una operación que es considerada como la punta del iceberg de un masivo proceso de transferencia de los paquetes accionarios de importantes empresas argentinas hacia grupos transnacionales. Con un detalle adicional: al igual que el agro, el sector energético es una actividad fuertemente exportadora y, según la línea de razonamiento del fenecido "Grupo Productivo", también tendría que haberse visto favorecido con la devaluación.

Esta inquietud empresaria tiene el mismo trasfondo que las críticas vertidas por Crotto. La desesperante situación financiera que atraviesa actualmente la gran mayoría de los grandes grupos empresarios argentinos, hoy al borde de la cesación de pagos, es consecuencia directa de la brutal incidencia de la devaluación monetaria sobre sus abultadas deudas contraídas en dólares en el exterior.

La teoría sobre los presuntos efectos beneficios derivados de una "devaluación competitiva" choca en definitiva con el hecho cierto e incontrastable de que, a pesar de las enormes ventajas experimentadas en el tipo de cambio, en el primer semestre del año en curso las exportaciones argentinas descendieron un 13 %, mientras que las previsiones sobre la próxima siembra son sensiblemente inferiores a las de la anterior y las principales empresas nacionales están en vísperas de ser vendidas o de presentarse en convocatoria de acreedores.

Las conclusiones saltan a la vista. El "modelo" devaluacionista explotó. El país requiere un drástico e inmediato cambio de rumbo. Este giro estratégico pasa inexorablemente por la reinserción internacional de la Argentina.
Jorge Castro , 05/08/2002

 

 

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