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Argentina: Aislamiento externo o reinserción internacional. (Segunda Parte) |
Texto de las exposiciones de Pascual Albanese y Jorge Castro en la reunión del centro de reflexión política Segundo Centenario, el 6 de agosto de 2002. |
Esta alternativa orientada hacia la integración continental no supone de ninguna manera para la Argentina una opción de tipo ideológico. Precisamente Chile, con un presidente socialista como Ricardo Lagos, fue el primer país sudamericano en avanzar en la negociación de un acuerdo bilateral de libre comercio con Estados Unidos, camino también que vale mencionar aquí intente recorrer a la brevedad la República Oriental del Uruguay. No implica esto tampoco un debilitamiento político del MerCoSur. No excluye de ninguna manera un afianzamiento de los vínculos con Europa, en especial con España y con Italia, que son los dos países del viejo continente con los que la Argentina tiene mayores vínculos. Chile y México, en el caso de México absolutamente integrado a la economía norteamericana en el espacio común del NAFTA, han firmado sendos acuerdos con la Unión Europea, cosa que aún no ha hecho el MerCoSur.
Desde este punto de vista, puede decirse que un acuerdo estratégico con los Estados Unidos, convertido por imperio de las circunstancias en el país eje del actual sistema de poder internacional, genera las condiciones políticas y económicas adecuadas para el indispensable fortalecimiento de la posición del país frente a los grandes actores transnacionales y, en particular, frente a la comunidad financiera internacional.
Decíamos que el avance en el proceso de integración continental a través de una negociación de un acuerdo estratégico entre la Argentina y Estados Unidos no implicaba en absoluto el debilitamiento político del MerCoSur.
El MerCoSur, que está inspirado en aquella estrategia del ABC impulsada por Perón a principios de la década del 50, constituyó sin duda el logro más importante de la política exterior argentina en todo el siglo XX. Fue la respuesta apropiada en el plano regional a los desafíos planteados por la globalización de la economía mundial a principios de la década del noventa. No fue concebido como una suerte de muralla proteccionista contra los embates externos, sino como una vía regional propia para afrontar esos nuevos desafíos de la globalización, mediante la creación de una plataforma de lanzamiento conjunta de nuestros países en el sistema productivo mundial.
Este bloque regional ya cumplió y muy exitosamente una etapa de consolidación, fundada principalmente en la integración comercial entre 1995, fecha en que comenzó a entrar en vigencia, hasta enero de 1999, fecha de la devaluación del real. Desde entonces, es decir, desde hace tres largos años y medio, atraviesa en realidad una fase de estancamiento que, por las situaciones particulares de la Argentina y del Brasil de estos días, es ya también una situación de crisis. Y para superar esa crisis, el MerCoSur va a requerir una redefinición integral de sus objetivos estratégicos. Está obligado por las circunstancias a hacerlo y tendrá que avanzar con un criterio político para convertirse en el punto de partida de una alianza política regional que, desde la visión estratégica de la Argentina, tiene que tener, además, una perspectiva eminentemente bioceánica, ya que incluye necesariamente a Chile, que por su posición geográfica representa para nuestros países, esto es, también para Brasil, también para Uruguay, también para Paraguay, la vía de acceso con los gigantescos mercados de consumo del Asia Pacífico, que son los de mayor crecimiento de la economía mundial.
En ese tránsito hacia la redefinición de sus objetivos estratégicos, la Argentina y Brasil tienen también la posibilidad de encarar un plan común de energía, de transportes y de comunicaciones. Los cuatro países del MerCoSur están en condiciones de proyectar internacionalmente a la región como el principal exportador de alimentos del mundo, inclusive por encima de los Estados Unidos. La perspectiva estratégica de un MerCoSur agroalimentario, capaz de competir con cualquier otra potencia agroalimentaria del mundo, tiene que transformarse en un horizonte compartido, que exige un esfuerzo conjunto de asociación de nuestros países para penetrar con mayor fuerza en el mercado mundial.
En términos políticos esta redefinición estratégica del MerCoSur demanda también forjar dentro del bloque regional, concebido como un nuevo polo de poder sudamericano, una concepción estratégica común para iniciar precisamente en las mejores condiciones posibles las negociaciones con los Estados Unidos para la conformación del ALCA. Ahora, esta concepción estratégica común vinculada precisamente a la necesidad de avanzar en una negociación con los Estados Unidos implica la asunción por nuestros países de responsabilidades compartidas en las cuestiones vinculadas con la seguridad regional, hemisférica y global. En particular en todo lo relacionado con la lucha contra el terrorismo transnacional y contra el narcotráfico.
Esta reformulación estratégica del MerCoSur es la única forma posible para transformar a nuestros países en conjunto en protagonistas activos en la búsqueda de una mayor democratización del actual sistema de poder de la sociedad mundial, que como todo sistema de poder en cualquier circunstancia de la historia está determinado por la relación de fuerzas existentes y, habitualmente entonces también, por el predominio de los más poderosos. En este marco cabría decir entonces que la redefinición estratégica del MerCoSur, el restablecimiento de la alianza estratégica con los Estados Unidos (con la consiguiente reivindicación de la condición de aliado extra OTAN, obtenida por nuestro país en la década del noventa), el afianzamiento de los vínculos con los países europeos, principalmente con España y con Italia, y la inserción de la Argentina en el nuevo sistema de seguridad global de carácter cooperativo que surge en la lucha que se ha desencadenado a nivel internacional contra el terrorismo transnacional, constituyen seguramente otras tantas dimensiones necesarias, absolutamente indispensables todas y cada una de ellas, para avanzar en la reinserción internacional de la Argentina.
En "La Comunidad Organizada", ese libro genial de 1949, Perón definía al justicialismo como un "colectivismo de raíz personal", igualmente diferenciado del individualismo liberal y del colectivismo totalitario. Hoy, frente al advenimiento de esta era histórica del universalismo, la Argentina, a través del peronismo, está en condiciones tal vez de aportar al debate político internacional la visión de lo que podríamos definir como un "universalismo de raíz nacional", igualmente distante del nacionalismo reaccionario, sea de izquierda o de derecha, superado por la evolución histórica, y el cosmopolitismo abstracto ajeno a la tradición y a la idiosincrasia de los pueblos.
Podríamos decir que este proceso de globalización, resultado de la revolución tecnológica de nuestro tiempo que genera por primera vez en la historia del hombre las bases materiales para el surgimiento de una verdadera sociedad mundial, supone también un acelerado proceso de internacionalización política. No solo la economía se ha globalizado. Las fuerzas políticas de todo el mundo avanzan hoy también en un vasto proceso de integración, a través de múltiples redes forjadas en torno a intereses comunes, a afinidades doctrinarias y coincidencias programáticas.
Desde este punto de vista, cabría decir también que la reinserción internacional de la Argentina no es una cuestión que pueda quedar únicamente vinculada a la idea tradicional de la política exterior en el sentido de las políticas estatales, ni mucho menos aún a la misión necesaria e importantísima por cierto del cuerpo diplomático profesional. La reinserción internacional de la Argentina tiene múltiples dimensiones no estatales. Una de ellas, absolutamente fundamental, es una dimensión eminentemente política, y tiene que ver con las responsabilidades concretas de las fuerzas políticas argentinas.
Podríamos decir que en el plano mundial existen actualmente tres grandes organizaciones internacionales, que nuclean a fuerzas políticas de casi todas partes del mundo. Por orden de aparición histórica son: la Internacional Socialista, hija de la Segunda Internacional, la Unión Mundial Demócrata Cristiana, ahora conocida como Unión Mundial Demócrata Cristiana y de Partidos Populares y de Centro, y la International Democratic Union - IDU. Cada una de ellas tiene a su vez diferentes expresiones organizadas a nivel regional, en particular en Europa y también en el continente americano. Existe una cuarta organización internacional, de menor envergadura, que es la Internacional Liberal. Todas ellas funcionan a través de grandes fundaciones, como la Fundación Konrad Adenauer en el caso de la Democracia Cristiana, la Fundación Friedrich Ebert en el caso de la social democracia, o la Fundación Neumann en el caso de la Internacional Liberal.
La Internacional Socialista nuclea a los partidos políticos de todo el mundo vinculados históricamente con la socialdemocracia. Sus socios más importantes son básicamente europeos: el Partido Social Demócrata Alemán, el Partido Socialista Francés y el Partido Laborista Británico. A su vez, la Unión Mundial Demócrata Cristiana, que ahora cambió su denominación, tiene su eje fundamental, sobre todo después de la crisis de la vieja democracia cristiana italiana, en la democracia cristiana alemana y su aliada menor, la Unión Social Cristiana de Baviera. A su vez, la International Democratic Union es en realidad la organización que lidera el Partido Republicano de los Estados Unidos, la única central política internacional que tiene en su seno a uno de los dos grandes partidos políticos norteamericanos. El Partido Demócrata, más allá de cierta afinidad con la socialdemocracia, no tiene ninguna afiliación internacional. Tal vez precisamente la diferencia no ideológica entre la IDU y las otras tres grandes organizaciones internacionales, la demócrata cristiana, la socialdemócrata y la liberal, es que estas tres últimas tienen una matriz netamente europea.
Tercera Parte |
Segundo Centenario , 29/08/2002 |
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