Los desafíos de la gobernabilidad china. (Segunda Parte)

 

Por qué el Partido Comunista Chino se interesa en la experiencia del peronismo cuando reflexiona sobre los grandes cambios que se producirán en el país más poblado del planeta.
En los próximos 5 años, China debe completar el proceso de transición que implica su incorporación a la OMC y, por lo tanto, de apertura de su mercado interno de alimentos. Esto provocará que aproximadamente 150 millones de campesinos, sobre un total de 800 millones, tengan que abandonar el campo y trasladarse a las ciudades. La razón fundamental de esta masiva migración interna es la dificultad de mejorar sustancialmente los niveles de productividad del agro y competir frente a los costos internacionales.

Debido a esta compleja situación, China necesita entre 8 y 10 millones de nuevos puestos de trabajo por año para impedir un desequilibrio incontrolable en materia de desempleo. Por ello, el principal problema político en China consiste en asegurar la gobernabilidad mientras se procesan estos formidables cambios sociales y económicos, de consecuencias políticas domésticas e internacionales.


Los grandes ejes del desarrollo chino

Los dos grandes ejes de desarrollo industrial en China son, por un lado, el valle del río Yangtze, con una población aproximada de 300 millones de habitantes. Esta región tiene un crecimiento del producto real per capita que supera los dos dígitos, tres puntos por encima del promedio nacional. En esta zona, y debido a la virtual desaparición de la diferencia entre el campo y la ciudad, gran parte de la población agrícola se ha trasladado del agro a la producción industrial. La otra zona de gran crecimiento es la que tiene como eje a Hong Kong y Shenzhen, en la cuenca del Río Pearl. Esta zona, que tiene unos 300 kilómetros cuadrados, representa hoy el PBI de Malasia y en cuatro años se espera que alcance el PBI de Corea del Sur. También para el 2010 se pronostica que será uno de los principales polos competitivos en el Asia-Pacífico y en el mundo.

Estos dos grandes ejes de crecimiento presentan una fenomenal polución. La causa, entre otros motivos, es que el extraordinario crecimiento de la economía (del orden del 10 % anual acumulativo) se basa fundamentalmente en el uso intensivo del carbón como principal fuente energética de la producción industrial.

La situación china es una muestra clara de que la solución a sus problemas estructurales no puede ser encontrada dentro de los parámetros tradicionales, por lo que es indispensable la búsqueda de soluciones innovadoras tanto en términos internos como internacionales. La innovación es precisamente la tarea de la política.


La gobernabilidad y el papel del Partido Comunista Chino: condiciones de su legitimidad

La dirigencia del PCC reconoce que el principal problema que enfrenta el país no es el crecimiento de su economía ni tampoco su desarrollo industrial. Es, principalmente, asegurar la gobernabilidad de una nación de 1.300 millones de habitantes, mientras se producen cambios sociales y económicos de extraordinaria importancia, hondamente disruptivos.

La línea fundamental de acción del PCC, que va a discutirse y profundizarse en el próximo 16° congreso del Partido que se reunirá en noviembre, gira alrededor de lo que el presidente Ming Jian Xa denomina "la política de las tres responsabilidades".

Tras haber hecho un estudio sistemático de las causas del fracaso de los grandes partidos nacionales, como es el caso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México y el Partido del Congreso en la India, han llegado a la conclusión de que la condición estratégica para asegurar la gobernabilidad de China depende del grado de representatividad y legitimidad que logre el PCC como partido nacional.

La condición para mantener al PCC como la gran fuerza política nacional capaz de asegurar la gobernabilidad de China, no reside en las medidas de control coercitivo del Estado, que por cierto no descartan, sino, fundamentalmente, del establecimiento de las condiciones de su legitimidad. Reducen las mismas a tres criterios. En primer lugar, dentro del PCC deben estar representadas todos los sectores productivos que tengan el más alto nivel de innovación tecnológica y competitividad, no sólo interno sino también internacional. Esto es, no pueden estar fuera del PCC las fuerzas productivas más competitivas e innovadoras del país.

El segundo elemento, es que también deben estar representados los sectores intelectuales y corrientes de pensamiento más críticas e innovadoras, tanto internamente como en el nivel mundial. China tiene en la actualidad 40.000 estudiantes universitarios en los Estados Unidos. Es el país emergente con el más alto nivel de retorno de sus estudiantes. Mas del 90 % de los que estudian en universidades de los Estados Unidos vuelven al país una vez terminado su período de estudio y se incorporan a la actividad productiva o al sistema político.

El objetivo de esta política es que estos sectores de elite intelectual, científico o tecnológica se incorporen al núcleo del proceso de decisiones. De este modo, China se asegura que aquellos integrantes del mundo intelectual, científico y técnico de mayor capacidad de innovación, espíritu critico, y capacidad creativa, vinculados con las corrientes intelectuales de orden mundial, estén dentro y no fuera de la fuerza nacional que asume la responsabilidad de la gobernabilidad del país.

El tercer elemento, y el más importante, para asegurar la gobernabilidad de China, es que el PCC, en este periodo de transición histórica, sea la expresión permanente de los sectores populares, tanto de los trabajadores de las grandes ciudades como, fundamentalmente, de los campesinos.

Sin estas "tres representaciones" de las fuerzas más avanzadas y competitivas, y ante todo sin de la representación permanente de los sectores populares, el PCC presume que no podrá asegurar la gobernabilidad. En este caso, el PCC corre el riesgo de fracasar como otros grandes partidos nacionales que no supieron o no pudieron incorporar su núcleo de decisiones los sectores productivos intelectuales más competitivos, y vinculados al sistema internacional, y, sobre todo, perdieron la representación de los sectores populares.

El PCC considera que la única manera de controlar una tendencia de fondo es acelerarla y que, en suma, la principal vía para asegurar la gobernabilidad de China es acelerar el proceso de reformas.


El Partido Comunista Chino y el Movimiento Nacional Justicialista

Al PCC le interesa fundamentalmente la experiencia del Movimiento Nacional Justicialista porque sus dirigentes encuentran una extraordinaria sinonimia entre la historia de los dos movimientos. Se trata de las dos fuerzas nacionales que, en ambos casos, han sido capaces de realizar dos revoluciones sucesivas. En el caso argentino, bajo la conducción del General Juan Domingo Perón, se realizó una revolución social de signo nacional que cambió para siempre la historia del país. Luego, con la conducción de Carlos Menem en la década del 90, se ejecutó una revolución desde arriba que fue la apertura de la Argentina al sistema capitalista global, la creación de un sistema de incentivos capaz de atraer una ola de IED y, en definitiva, la inserción del país en el sistema internacional.

En China, la revolución social de signo nacional liderada por Mao Tse Tung fue continuada por una segunda revolución dentro de la primera. Es lo que llevó a cabo Deng Xiaoping a partir de 1978, volcando China al capitalismo globalizado, abriendo el país a la inversión extranjera directa e insertándola en el sistema internacional. Este conjunto de decisiones llevó a China a ser el principal aliado de los Estados Unidos frente a la amenaza soviética, continuando en este punto decisivo la política de Mao.

El PCC observa que las transformaciones iniciadas en la década del 90 en la Argentina por el gobierno del presidente Menem fueron posibles porque se asentaron en la fuerza política que realizó la revolución social de signo nacional que lideró Perón. Es sobre la base de aquella revolución social de signo nacional que con el liderazgo de Menem, el justicialismo realizó esta segunda revolución.

Por estas razones, la experiencia china es sumamente aleccionadora para la Argentina. De la misma manera, es útil para China lo que el peronismo ha hecho y va a hacer en la Argentina. Al igual que en el caso del PCC, el justicialismo es una fuerza revolucionaria que no olvida su origen, sino que lo reafirma y ratifica en cada momento histórico y, precisamente por ello, está dispuesto a cambiar para responder a los desafíos de cada época que, por su propia naturaleza, es siempre profundamente única y extraordinaria. Para la decisión política no hay pasado ni futuro: solo un eterno presente.
Jorge Castro , 04/10/2002

 

 

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