VERANITO ECONOMICO O BOMBA DE TIEMPO

 

Los cada vez más desesperados esfuerzos oficiales por generar una alternativa propia que tenga visos de competitividad en el proceso interno del justicialismo, que traducida hoy en la búsqueda de una fórmula integrada por Néstor Kichner y José Manuel De la Sota, pueden provocar el estallido de una nueva crisis de gobernabilidad.
La razón es simple : la única solidez relativa que sustenta al actual gobierno de transición es la convicción generalizada de que está por irse. La "judicialización" de la "interna" peronista arroja un cono de sombra en torno a la vigencia del actual cronograma electoral.

Esa incertidumbre vuelve a enturbiar las trabajosas negociaciones entabladas con el Fondo Monetario Internacional, cuya culminación está subordinada a una absoluta certeza sobre el calendario institucional, y a prolongar por lo tanto el estado de aislamiento externo de la Argentina, con los consiguientes perjuicios económicos y sociales.

La sensación de "veranito" económico que alimenta los planes políticos gubernamentales es, a lo sumo, efímera. Está fundada en una conjunción de postergaciones, imposibles de prolongar demasiado en el tiempo.

La indefinición sobre la resolución judicial del tema de la "pesificación", que forzó al Poder Ejecutivo a solicitar el "per saltum" ante la Corte Suprema de Justicia en los amparos judiciales por el "corralito financiero", torna inviable cualquier previsión sobre la política monetaria.

La dilación en el inevitable ajuste pendiente de las tarifas de los servicios públicos es una espada de Damocles sobre el costo de la vida y el futuro de las empresas privatizadas.

La demorada reanudación de las negociaciones para el pago de la deuda externa, tanto pública como privada, impiden toda estimación seria sobre los gastos y recursos correspondientes al presupuesto nacional del año 2.003.

Todos estos items hacen que, más que frente a un supuesto "veranito", nos encontremos ante una bomba de tiempo.

En este contexto, el cronograma institucional, que prevee la asunción de un nuevo gobierno constitucional el 25 de mayo próximo, constituye tal vez el único factor que permite una estabilización precaria dentro de la crisis. Las dudas sobre su efectivo cumplimiento abren otra vez la pespectiva de un agravamiento de la situación antes de fin de año.

De allí que sea imperioso y urgente un acuerdo político dentro del peronismo que implique la ratificación de los plazos electorales establecidos. De lo contrario, el "veranito económico" puede desembocar muy rápidamente en un "verano caliente".
Pascual Albanese , 31/10/2002

 

 

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