Eduardo Duhalde se encontró el jueves por la noche afeitado y con pocas visitas . |
El gobierno no pudo dar demasiadas buenas noticias de fin de año. Pese al esfuerzo del Instituto de Estadísticas por proporcionar cifras alentadoras, nadie admite que sea cierto que el desempleo haya bajado del 21,5 por ciento (cómputo de mayo) al 17,8 por ciento. Es que ese descenso obedece a un simple dibujo numérico: se registra como ocupados a todos los que reciben el subsidio a jefes y jefas de familia desempleados. Semejante espejismo estadístico termina disipándose en una realidad desértica: cuando se descuentan esas inclusiones arbitrarias, el porcentaje que queda es de 23,6 por ciento. El llamado veranito económico no muestra ningún signo de existencia real a la luz de la encuesta de empleo.
Si el plan asistencialista dedicado a jefas y jefes de familia le sirvió al oficialismo para dotar de cierto maquillaje a la desocupación, lo que demostró es su ineficacia para la finalidad a que estaba destinado: combatir la pobreza y la indigencia. Pese a que más de 2 millones de personas reciben ese subsidio, la pobreza trepó desde mayo a octubre, a nivel nacional, del 53 por ciento a cerca del 60 por ciento. En la ciudad autónoma de Buenos Aires y en el conurbano de un 49,7 por ciento al 54,3 por ciento. Y la indigencia, del 22,7 por ciento al 24,7 por ciento. La ayuda social, más allá de los desvíos clientelísticos o de las deficiencias operativas, no consigue paliar las consecuencias económicas de la devaluación y la pesificación asimétrica.
En el campo político, el gobierno tampoco la llevó bien en la última semana de 2002. Pese a la convocatoria presidencial a una cumbre en la residencia de Olivos para obstruir definitivamente la elección interna del Partido Justicialista, Eduardo Duhalde se encontró el jueves por la noche afeitado y con pocas visitas. De las provincias grandes sólo estuvo -ineludiblemente- presente el gobernador bonaerense, Felipe Solá, pues Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota decidieron no concurrir. Tampoco estuvieron presentes influyentes líderes peronistas provinciales como el entrerriano Jorge Busti o el misionero Ramón Puerta. Todas esas ausencias corresponden a dirigentes que habían acompañado al duhaldismo en el congreso partidario del club Obras Sanitarias que postergó los comicios internos, pero que se resisten a eliminarlos definitivamente y promueven, en cambio, su realización el próximo 23 de febrero. Apuntó a que, al no estar supervisada y organizada por la Justicia Electoral sino por el propio partido, la interna puede estar sometida a manipulaciones. No dijo, sin embargo, que fue por iniciativa del gobierno que las internas abiertas y simultáneas, decididas por Ley y conducidas por la Justicia Electoral, fueron anuladas un mes atrás.
En rigor, Duhalde sigue padeciendo de una debilidad estratégica que lo empuja a huir hacia delante: carece de un candidato competitivo para obstaculizar la victoria de Carlos Menem que anticipan todas las encuestas. Esa ausencia le complica inclusive la relación con su propia maquinaria bonaerense, frustrada por el desvanecimiento de la primera ilusión que le vendió Duhalde (la de que Reutemann correría para la escudería duhaldista) y reticente a respaldar a los dos muletos que el Presidente ofreció en reemplazo: De la Sota y Néstor Kirschner. Ahora el aparato bonaerense comienza a reclamar que el propio Duhalde salga al ruedo y presente su candidatura para oponerla a la de Menem.
En rigor, no hay traba legal alguna que impida a Duhalde cumplir con ese deseo de sus fieles: el podría ser precandidato en la interna y, de ganarla, ser candidato en la elección general sin dejar la presidencia transitoria que se le agota el 25 de mayo. El obstáculo para hacerlo lo impone el propio Presidente, quien afirma su voluntad de “cumplir con la palabra empeñada” y no candidatearse. Si bien se mira, Duhalde dio marcha atrás de otras promesas, que parecieron escritas en la arena (la más recordada: aquella de que “quienes depositaron dólares recibirán dólares”; pero también los sucesivos anuncios sobre un inminente acuerdo con el FMI o aquel otro sobre el festejo de la reactivación que ocurriría el 9 de julio pasado).
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Jorge Raventos , 29/12/2002 |
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