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Consecuencias económicas del conflicto con Irak . |
Nota de Jorge Castro publicada en el diario "La Nación" el domingo 24 de febrero. |
Por Jorge Castro*
La guerra con Irak, aún sin haberse iniciado, tiene ya consecuencias económicas que se manifiestan en el alza del precio de todos los commodities, lo que beneficia principalmente a los productores agrícolas como la Argentina. También aumentó el precio del crudo, que se halla en este momento a 35 dólares el barril. Esto también favorece a nuestro país que a pesar de no ser un gran productor de petróleo, es un exportador neto de energía en la región.
El significado del conflicto para la economía mundial está vinculado a su extensión y resultado. Si el conflicto es breve y de resultado contundente a favor de los Estados Unidos, no sólo termina con la incertidumbre existente sino que establece un factor de certidumbre política y estratégica de hondas consecuencias económicas y financieras. En ese caso, hay que prever una aceleración del ritmo de crecimiento de la economía mundial.
Si, por el contrario, el conflicto se extiende y los resultados son ambiguos, el efecto sobre la economía mundial será un menor ritmo de crecimiento económico y una profundización de la situación recesiva que atraviesan distintas partes del mundo, en primer lugar Japón y Alemania.
Este punto crucial se revela a través de un indicador critico, que es el precio internacional del oro. La evolución histórica del precio de ese metal es fundamental para comprender el escenario económico actual. El oro alcanzó sus precios máximos de los últimos 40 años en 1980, al cotizar a 850 dólares por onza. En los dos años siguientes registró una importante caída hasta alcanzar los 300 dólares, donde se estabilizó. Entre 1985 y 1988 protagonizó una nueva fase alcista que lo ubicó en los 500 dólares. Es a partir de 1988 cuando se inició un largo periodo de decadencia que lo condujo a un mínimo valor de 250 dólares en 1999. Desde 1988 el oro se ha movido en el rango de 250-300 dólares por onza. El precio de 300 dólares constituye una resistencia muy significativa, cuya superación debería ser considerada como una señal importante. En la actualidad el oro está en su cotización más alta desde 1988, alrededor de 350 dólares la onza, con una tendencia a la alza. La razón fundamental de este incremento es la profundización de la percepción de riesgo producto de que los mercados prevén el conflicto. Por ello, buscan valores de refugio para los activos financieros.
Históricamente el oro se ha considerado el activo refugio por excelencia para la inversión en épocas de crisis. Su subida, por lo tanto, es un claro indicador de que los inversores están acudiendo a este destino anticipando conflictos o crisis económicas. Las mayores subidas del oro se han producido en épocas de fuertes procesos inflacionistas, o de conflictos bélicos.
Si el conflicto tiene características breves y contundentes hay que prever un desplome del precio del oro. Esto unido al hecho de que las tasas de interés de corto plazo en los mercados internacionales están en su nivel más bajo de los últimos 42 años (1961). Por lo tanto, el derrumbe del valor del oro implicará una disminución drástica del costo del capital.
Cualquier examen de las consecuencias económicas de la guerra se debe centrar en la doble dimensión de la brevedad y la contundencia. En relación al precio del crudo, aunque su valor actual aumenta progresivamente, las cinco grandes transnacionales del petróleo prevén una baja significativa de su precio dentro de los próximos 6 meses o 1 año, hasta alcanzar el nivel de 14 a 16 dólares por barril. En definitiva, las transnacionales del petróleo, que actúan en un mercado donde las inversiones son siempre y necesariamente de largo plazo, no prevén un alza significativa del crudo salvo coyunturalmente, sino todo lo contrario.
En los Estados Unidos, según señaló ante el Congreso el Presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, la semana pasada, la plena recuperación de la economía estadounidense tras cinco trimestres de crecimiento sostenido, pero vacilante, que le permita alcanzar al país el pleno potencial logrado a partir del salto tecnológico obtenido en la década del 90, depende de la remoción de la incertidumbre geopolítica, o lo que es lo mismo, del conflicto en Irak.
Si esto ocurre, un crecimiento sostenido de la economía estadounidense arrastraría, por la integración acelerada del sistema mundial, el crecimiento de la economía internacional en su conjunto. El término clave en este tema es incertidumbre, y la formula para resolverlo es brevedad y contundencia. Falta ahora el juicio de los acontecimientos.
*Presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico.
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Jorge Castro , 27/02/2003 |
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