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La nueva etapa política argentina en el contexto mundial . |
Texto de la Texto de la exposicion de Jorge Raventos, en la reunión del centro de reflexión política Segundo Centenario, llevada a cabo el día 3 de Junio de 2003, en el Hotel Rochesteren la reunión del centro de reflexión política Segundo Centenario, llevada a cabo el día 3 de Junio de 2003, en el Hotel Rochester . Viene de |
La elección del 27 de abril mostró que la coalición menemista de la década del 90 se encuentra centrifugada y que la figura de Menem ha reunido el 25% del electorado argentino.
Aquella coalición liderada por Menem había conseguido agrupar a sectores independiente alrededor del peronismo como eje, porque la conducción de Menem era una conducción legitimada del justicialismo, después de años de crisis signados, entre otras cosas, por la derrota electoral de 1983. Esa coalición le permitió a Menem alcanzar cerca del 50% de los votos en 1989 y un poco más del 50% en 1995. No solo eso: le permitió al peronismo con la conducción de Menem conducir un período de grandes transformaciones de una década .
En los comicios de este año, el Partido Justicialista como tal no se pudo presentar. La supresión de las elecciones internas le impidió al peronismo unificar personería en las urnas detrás de un candidato propio, dividió su caudal y colocó como arbitro de su pugna interna al 50% no peronista o antiperonista de la sociedad.
Este era el escenario que se presentaba previo al ballotage que no se realizó en 18 de mayo. La segunda vuelta tendía a poner al electorado frente a una falsa opción: menemisno o antimenemismo, y ante la paradoja de que una elección que en primera vuelta otorgó a los candidatos surgidos del peronismo más del 60 % de los votos, dejara en condición de árbitro de lo que habría debido zanjarse oportunamente en el seno del justicialismo, al fragmento no peronista o antiperonista de la sociedad argentina.
En estas condiciones , aquel que el actual Secretario de Cultura, Torcuato Di Tella, llamó "el candidato menos peronista" quedaba, a partir de un caudal propio del 22 por ciento, en condiciones de beneficiarse electoralmente de una congregación predispuesta a votar en contra de alguien antes que en nombre de una propuesta propia y diferenciada. La foto ilusoria que prometía ofrecer el ballotage tendía a ocultar el cuadro más real surgido del 27 de abril: un cuadro según el cual cerca del 90 % del electorado se fragmentó entre cinco candidaturas importantes.
Es a partir de ese cuadro real desde donde hay que construir la gobernabilidad y articular las fuerzas que permitan esa tarea. Con la asunción del gobierno de Kirchner tenemos un gobierno del 22% del electorado que debe perfeccionar su representatividad y su poder a través de su gestión y de su capacidad de agrupar fuerzas.
Las primeras definiciones , gestos , acciones y silencios de Kirchner insinúan ya un rumbo; habrá que ver si continúa en esa dirección, pero esos silencios , gestos y acciones no son insignificantes.
Entre los silencios, cabe destacar son los que se manifiestan en el discurso oficialista sobre Perón, Eva Perón y el peronismo, no sólo en el discurso de asunción del presidente. Ese despegarse de las señales de identidad peronista contrasta con el amplio escenario brindado a Fidel Castro y a Hugo Chavez desde las primeras horas de gestión y parece indicar que el gobierno de Kirchner busca en primera instancia agrupar fuerzas para darle base de flotación a su 22 por ciento, antes que en torno a un eje peronista , en torno a otro eje, llamémosle "progresista". Las definiciones ideológicas de Kirchner avanzan en un mismo sentido.
Kirchner presenta su modelo como la contrafigura del modelo de la década del 90, que nombra como neoliberal: su discurso demoniza ambas definiciones. Y apuesta -como una apuesta de gran importancia, para la que invirtió tres puestos de su gabinete- a dar batalla territorial por la Capital Federal en alianza con el centro izquierda, particularmente con el FREPASO que conduce el actual jefe de gobierno, Aníbal Ibarra.
En el caso de la Capital Federal no hay para Kirchner la excusa del antimenemismo , porque el menemismo no está hoy políticamente presente en la Capital Federal. Lo que si está presente es un eje virtual entre la fuerza que representó López Murphy el 27 de abril y la candidatura, que muestra bastante vigor en las encuestas, de Mauricio Macri. Ese eje que podría caracterizarse como procapitalista, modernizante, moderado, de centro derecha , es el eje al que Kirchner pretende destruir o derrotar fortaleciendo el eje "progresista" que se establece alrededor de Aníbal Ibarra, con el apoyo de Elisa Carrió.
Esto marca que, más allá de la excusa antimenemista, hay un trasfondo ideológico que trasciende al antimenemismo mismo en la política que Kirchner insinúa en estos 10 días de ejercicio del gobierno. Esta apuesta por la Capital Federal indica, además de las preferencias ideológicas, la intención de Kirchner de hacer pie territorialmente fuera de la Patagonia, en un distrito de mucha importancia y marca un primer desafío para ver , a partir de agosto, como empiezan a articularse las fuerzas políticas después de la asunción del nuevo gobierno.
Los procesos electorales que se extienden en todas las provincias hasta el mes de noviembre van a permitir un recuento globular de las fuerzas del sistema político, un nuevo sistema de relación de fuerzas, nuevos gobernadores, nuevo Congreso, nuevas legislaturas provinciales. Y es ese proceso el que va a dejar un saldo a partir del cual se verificará cuáles son los límites de la actual propuesta de Kirchner y la convergencia o divorcio de esa propuesta con una nueva realidad política. Esa nueva realidad política va a tener su influencia en el seno del peronismo, hay elecciones de gobernadores, hay nuevos liderazgos o viejos liderazgos que intentan revalidarse y, a partir de este recuento globular, de este conteo de costillas que se va a dar dentro del peronismo, se va a tener un panorama en el cual el peronismo va a emprender la tarea pendiente de reunificarse después del proceso de división al que fue sometido por las tácticas del gobierno de Eduardo Duhalde.
En ese proceso de unificación es donde deberán manifestarse en esta etapa las corrientes que buscan reafirmar las transformaciones de la década del 90 y proyectarlas actualizadas a la etapa actual. Habrá una nueva relación de fuerzas y en ella es donde deberán mostrar su propio vigor las corrientes que reivindican las transformaciones del 90 y buscan convertirlas en política actual.
Ese es un desafío a asumir y deberá manifestarse en la capacidad de estas corrientes de generar tendencias y presencia y dar un debate que convierta esa década que aparece triunfante en las estadísticas , también triunfante en el campo de la batalla ideológica y cultural. Porque esa década exitosa en las estadísticas aparece asimismo demonizada en los relatos de la cultura dominante convertidos en "sentido común" y "opinión pública".
En el nuevo escenario, ese debate debe mostrar nuestra capacidad para dar respuesta adecuada a los problemas de crecimiento del país y a las estrategias de inserción internacional, nuestra capacidad para apoyarnos en el pensamiento de Perón y construir un amplio arco de convergencia nacional por una Argentina fuerte , libre e integrada a la región y el mundo. Esta es la tarea que quienes estamos en esas corrientes, quienes reivindicamos las transformaciones del 90 y deseamos proyectarlas hacia el futuro tenemos por delante en la etapa que está abierta bajo la presidencia del Dr. Kirchner.
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Jorge Raventos , 24/06/2003 |
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