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Defensa planetaria en la aldea global . |
Artículo publicado en el diario LA NACIÓN el pasado miércoles 15 de octubre . |
En un mundo en que la globalización se convirtió en el fenómeno central de la época, la importancia de los Estados no se ha desvanecido, sino que se ha acentuado, sólo que de una manera distinta a la etapa histórica previa. El incremento de la integración mundial agrava las tensiones. En una aldea global, la proximidad es cualitativamente superior. También las fricciones y los conflictos. Por eso, afirmar que vivimos en un mundo cada vez más globalizado y, al mismo tiempo, más conflictivo es señalar el mismo fenómeno, sólo que desde ángulos distintos.
Lo que sí ha cambiado radicalmente es la naturaleza y característica de los conflictos. Dejaron de ser las clásicas disputas interestatales que signaron la historia de los últimos siglos. Son ahora conflictos intraestatales, en particular vinculados con el fenómeno de los "Estados fallidos" o derivados de las nuevas amenazas estratégicas: terrorismo transnacional y narcotráfico.
Se trata, por definición, de conflictos asimétricos vinculados, con carácter inverso, a la extraordinaria primacía militar norteamericana. En este terreno, la principal amenaza estratégica es la posibilidad de que el terrorismo transnacional utilice armas de destrucción masiva. En ese caso, las tres mil víctimas del 11-9-01 en Nueva York y Washington pueden resultar una cifra modesta.
La globalización no es una teoría, ni una doctrina, ni una política. Es la fase actual del desarrollo capitalista mundial. Como todo fenómeno histórico se despliega en el espacio. Tiene un significado geopolítico. "La geopolítica es un conocimiento que los académicos desprecian y los grandes estadistas practican", sostiene Henry Kissinger. El núcleo de la geopolítica es el convencimiento de que los mapas se mueven en términos de poder, y que la esencia de éste es la capacidad para proyectarse a grandes distancias.
El efecto semejanza
En el mundo globalizado, la defensa puede ejercerse en todos los puntos del planeta. Por eso, las "fronteras estratégicas" son la principal línea de defensa del territorio de un país, aunque se encuentren a 15.000 kilómetros de distancia de sus fronteras.
La política internacional es un campo altamente competitivo signado por crisis y conflictos. Esta puja incesante tiene dos manifestaciones: el equilibrio de poder y el efecto semejanza, que es la tendencia a imitar a los rivales exitosos, en el plano en que lo sean, y también a los adversarios en situaciones de conflicto. Esto no significa que los países tiendan a ser idénticos. Pero todos, por necesidad, deben ser capaces de cumplir las mismas tareas de seguridad, necesarias para sobrevivir e imponerse en el plano inmisericordioso de la política internacional.
En un mundo en conflicto creciente y profundamente integrado, toda política de inserción en el sistema mundial requiere disponer de un pensamiento estratégico y del instrumento militar capaz de ejecutarlo. Un país que afirma poseer vocación de protagonismo internacional y carece de un pensamiento estratégico apropiado enfrenta dos posibilidades: o no tiene verdadera vocación, o la asume sólo en términos económicos, es decir, no la asume. "El deseo es padre del pensamiento", dice Edward Carr.
En el corazón de este pensamiento estratégico -que necesita la Argentina si es que quiere responder a su vocación de protagonismo internacional- está la necesidad de proyectar el poder militar más allá de las fronteras. Es la concepción estratégica propia de un mundo que se achicó drásticamente por la revolución de las telecomunicaciones y el transporte. Insertarse en este mundo sin aceptar sus riesgos y compromisos, ante todo en lo estratégico militar, es una imposibilidad práctica. Los países que importan son los que actúan resueltamente en los conflictos internacionales, porque es allí donde se establecen las nuevas reglas de la política mundial.
Fronteras estratégicas
La discusión sobre la tarea "primaria" de las Fuerzas Armadas -defensa territorial o misiones de paz de Naciones Unidas- no es relevante en términos de la actual situación internacional. La estrategia sigue a la política.
Por eso, las "fronteras estratégicas" son hoy la principal línea de defensa del país, aunque se encuentren a 15.000 kilómetros de distancia de sus límites físicos. Esto no implica abandonar la misión primaria de defensa del territorio y la soberanía nacionales. Todo lo contrario. Significa pensar esa misión imperecedera en términos de proyección del poder militar.
Nada extraño tiene una noción de defensa fundada en la proyección del poder al mundo entero, si es conveniente para el interés nacional. "La defensa sin un propósito activo es contradictoria, tanto en términos tácticos como estratégicos", dice Clausewitz. Esta política de defensa de las fronteras estratégicas, que deja atrás la falsa opción entre "misión primaria" territorial y participación en los Cascos Azules, necesita un instrumento militar específico que no se defina por su organización burocrática, ni por su despliegue territorial, sino por su capacidad para combatir rápida y eficazmente en cualquier lugar del mundo. En la aldea global, la Nación se defiende en todo el planeta.
El autor es presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico.
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Jorge Castro , 21/10/2003 |
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