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Hanke: Un aporte original a la alternativa de la dolarización. |
El ex asesor de Ronald Reagan y Domingo Cavallo ha escrito un "Plan de dolarización y banca libre para la Argentina", en el que sostiene las ventajas de permitir que los bancos privados emitan billetes denominados en dólares.
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Durante las últimas caóticas jornadas, asistimos en la Argentina a acontecimientos que quizás podamos considerar como definitivos:
- El récord histórico nacional en fuga de depósitos y reservas internacionales - un "logro" nada fácil de alcanzar en un país de tan probada y prolongada experiencia en esta área.
- La posterior e inmediata "prisión preventiva" en las cuentas bancarias de los sueldos, ahorros y capitales de trabajo de todos los argentinos, forzada por decreto del gobierno nacional junto con un viejo conocido histórico que se había ausentado desde comienzos de la década del 90, el control de cambios.
- La muerte en las calles del microcentro porteño de la paridad 1 a 1 entre el peso y el dólar estadounidense, establecida por ley nacional en 1991.
Ante esta situación terminal, muchos analistas - motivados por razones diversas - se lanzaron a afirmar que la dolarización de las transacciones económicas - impulsada por Carlos Saúl Menem a comienzos de 1999, después del derrumbe del real brasileño - "ya no era posible" porque no había espacio temporal o reservas necesarias para implantarla en forma ordenada.
Esta afirmación tiene una consecuencia - que no es mencionada - que es de extrema gravedad: si no es posible la dolarización - ya elegida sistemáticamente por el pueblo argentino ante todo riesgo de destrucción del signo monetario nacional - sólo queda el camino de la devaluación, ese viejo maquillaje del desborde fiscal y de la falta de competitividad de aquellos sectores productivos argentinos que sólo pueden sobrevivir en una economía aislada del mundo, que les queda, entonces, reservada como "coto de caza" de sus consumidores.
Los argentinos conocemos con detalle y precisión que el costo de una devaluación es soportado por un solo "pagador": el pueblo trabajador es "la banca de último recurso", primero mediante la caída de su salario real y luego, inmediatamente, por el impuesto inflacionario que genera los recursos necesarios para cubrir el gasto fiscal desmedido, Pero - esto también lo aprendimos dolorosamente - la devaluación nos conduce a una "calle ciega", un camino sin salida que tiene como paredón la hiperinflación, la pobreza, los saqueos y el mismo riesgo de desaparecer como Nación.
Los males de la democracia sólo se enfrentan y pueden encontrar solución con más democracia, no con una dictadura. En forma similar, los terribles costos económicos que fueron generados por esta progresiva debacle - desatada desde los primeros días del gobierno de Fernando de la Rúa y que culmina hoy con la furia desatada por el "secuestro domiciliario" de los depósitos y la reinstauración del control de cambios - sólo podrán comenzar a disolverse devolviendo al país la libertad económica que le ha sido arrebatada. Hoy más que nunca, la respuesta posible, necesaria y adecuada tiene como punto de partida inevitable la dolarización.
Una propuesta de dolarización ampliada
La semana pasada, el economista norteamericano Steve Hanke acaba de sumar un nuevo componente destinado a contribuir al éxito de una completa dolarización. El ex economista senior del Consejo Económico de Asesores del presidente Ronald Reagan propulsó la convertibilidad como sistema monetario desde 1988 y asesoró sobre este tema a Cavallo durante 1995 y 1996. Pero apoyó decididamente la dolarización desde marzo de 1999, pocas semanas después de que fuera propuesta por Menem ante la amenaza que significó para la Argentina la flotación cambiaria decidida por los mercados en nuestro principal socio comercial, Brasil.
El trabajo publicado por el actual profesor de Economía Aplicada de la John Hopkins University es "Un plan de dolarización y banca libre para la Argentina". Afirma que las razones para la dolarización son hoy más fuertes que nunca, pero que hay más de un camino para que la Argentina use el dólar. Lo que Hanke impulsa como "particularmente ventajoso" para nuestro país es el uso combinado del dólar estadounidense como unidad monetaria junto con la posibilidad de que los bancos privados puedan emitir billetes denominados también en dólares. De esta forma, la Argentina elimina el riesgo de la devaluación pero, simultáneamente, retiene el derecho de señoreaje que, de otra forma, sería capturado por el Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
La banca libre ("freebanking" en inglés) no es nada nuevo. Históricamente, fueron los bancos privados quienes, en libre competencia, comenzaron a emitir los primeros billetes que circularon, los que eran aprobados por el público mediante su empleo en las transacciones cotidianas si es que lograban merecer su confianza.
Los billetes emitidos por los bancos son elegidos por la misma razón que los cheques del viajero: el público utiliza aquellos cuyo emisor les genera confianza en el cumplimiento de su promesa de pago y no adquiere los de entidades que desconoce o le producen dudas.
Antes del siglo XX, los bancos comerciales emitían sus propios billetes en casi 60 de los países más desarrollados de la época. "Múltiples marcas de billetes nunca confundieron a la gente - recuerda Hanke - así como hoy nadie se confunde ante las múltiples marcas de cheques del viajero".
Entre los países que empleaban billetes emitidos por la banca privada estaba la Argentina de 1880. En nuestro país, el sistema concluyó porque el Estado permitió que esos billetes pudieran ser canjeados por pesos emitidos por el gobierno nacional, una moneda que se depreciaba, en vez de exigir que fueran redimibles por oro, el patrón monetario internacional en esos tiempos. También obligó a los bancos emisores a constituir sus reservas (encajes) con bonos emitidos por la Argentina.
Más que razonablemente, el "default" de la deuda argentina en 1890, que arrastró hasta el borde de la quiebra a la Baring Brothers, la firma inglesa que era entonces la principal banca de inversión del mundo, desató una crisis de confianza sobre esos billetes. Ayer como hoy, el responsable fue el gobierno, no los bancos privados. Al año siguiente, después de la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman, su ex vicepresidente y sucesor Carlos Pellegrini establecía la Caja de Conversión.
Las ventajas que visualiza Hanke para su propuesta son realmente atractivas:
* Si el público acepta el uso de los billetes de los principales bancos comerciales, que hoy casi en su totalidad son controlados por poderosos grupos financieros internacionales, no será necesario emplear las reservas internacionales para concretar la dolarización.
* La competencia entre los distintos bancos por la aceptación de sus billetes será un elemento más del entorno competitivo en que actualmente éstos desarrollan todas sus actividades. De la misma forma en que hoy el Banco Central compite con el Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos para que los argentinos utilicen el peso en vez del dólar.
* Si los billetes emitidos por los bancos privados son aceptados plenamente por la gente y se produce su bancarización, los encajes de los nuevos depósitos se sumarán a las reservas en divisas internacionales existentes y, de esta forma, los bancos podrán aumentar su oferta de préstamos y también bajarán las tasas de interés para el conjunto de la economía, recobrando el instrumento del crédito para impulsar - en forma simultánea - tanto el consumo como la inversión.
Esta profunda crisis que atraviesa la Argentina requiere de soluciones globales y creativas y, además, que su implementación se realice en forma simultánea. No fue otra cosa lo que se ejecutó en la década del 90, un giro copernicano en el sistema económico que impulsó la década de mayor crecimiento del siglo.
Es necesario, nuevamente, un cambio profundo que nos permita retomar el camino del crecimiento. Y el signo de este cambio es, una vez más, dejar crecer la libertad económica al mismo ritmo que la democracia. La dolarización, junto con una reinvención del Estado - que lleve la toma de decisiones lo más cerca de la gente que sea posible - y una revisión a fondo, total, del sistema impositivo - que no expropie las ganancias de personas y empresas y coloque la facultad de imponer y recaudar en las mismas manos que deciden el gasto, que serán entonces los responsables políticos por el éxito o el fracaso en sus cuentas públicas - pueden constituirse en los nuevos pilares estratégicos para el crecimiento de la Argentina en estos comienzos del siglo XXI.
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Jorge Castro , 11/12/2001 |
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