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EL PERONISMO FRENTE AL GOBIERNO DE KIRCHNER . |
Texto de la exposicion realizada por Pascual Albanese en la reunión mensual de Segundo Centenario que tuvo lugar el pasado martes 6 de abril, en el Hotel Rochester, Esmeralda 546. Viene de
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Para retomar el hilo de la exposición de Raventos, vale la pena citar en este caso a Jorge Abelardo Ramos en relación a la importancia que en determinadas circunstancias que políticas adquiere la discusión histórica, en tanto y en cuanto no se conciba a la discusión histórica como un debate académico acerca del pasado, sino como muy frecuentemente ocurre como una metáfora política vinculada a la relación sobre el presente.
Hecha esta aclaración, importa decir también que el acto en el edificio de la Escuela de Mecánica de la Armada con que el gobierno nacional pretendió evocar el golpe de estado perpetrado contra el gobierno peronista en marzo de 1976 es altamente probable que se haya convertido en un punto de inflexión muy importante y crítico en la historia entre la relación entre el gobierno de Kirchner y el peronismo en su conjunto.
Esto explica, en gran parte, el curso de los acontecimientos que acaecieron 48 horas después en Parque Norte en el Congreso Nacional del Partido Justicialista. En la Argentina en la década del 60, se leía en las paredes "Rosas Vuelve". Por supuesto nadie creía que la consigna significaba la vuelta física del Restaurador de las Leyes al gobierno. Había toda una manifestación política que se expresaba y que continuaría con el retorno de Perón.
Hoy por hoy, hay que decir entonces que esta discusión sobre el pasado que se ha generado a partir del gobierno probablemente haya que verla en la óptica no del pasado, sino de la discusión cultural, política y económica sobre el presente y el futuro de la Argentina. Es probable que la necesidad de profundizar el rechazo sistemático a las reformas de la década del 90, que ha sido el eje conceptual que ha motivado a Kirchner desde la campaña electoral hasta ahora, lleve necesariamente, por una cuestión de coherencia ideológica, a una reivindicación a ultranza de la década del 70, como se expresó en el punto más alto en este acto en la ESMA el 24 de marzo pasado.
Importa entonces visualizar esta situación, más allá de la mistificaciónción histórica que podría haber supuesto, como un acto de coherencia política, que es absolutamente coherente - reiteramos - con una línea de acción que el gobierno de Kirchner viene desarrollando desde mayo del año pasado. Desde este punto de vista, este acto del 24 de marzo de 1976 estuvo concebido, en sus orígenes, como un supuesto punto máximo de una ofensiva política de la llamada "transversalidad", que tenía tres grandes hitos en el mes de marzo: el 1° frente al Congreso Nacional , el 11 en Parque Norte y el 24 en la ESMA. El primero de esos actos fue un fracaso: 30 días después en el mismo lugar había exactamente 10 veces más gente ; porque fue el 1° de abril la movilización que convocara Juan Carlos Blumberg. Lo del 11 de marzo fue irrelevante, días después fue la reunión del Congreso Nacional Justicialista con las consecuencias que recien nos marcara Raventos. En cuanto a lo del 24 de marzo, fue contraproducente, en este caso específico desde del punto de vista del peronismo, más allá que también haya sido contraproducente desde el punto de vista general de la opinión pública argentina.
Desde la óptica del Partido Justicialista, este acto del 24 de marzo de 1976, por la forma que fue realizado, por el contenido de su discurso , por sus presencias y por sus ausencias, constituyó la más alta reivindicación que se haya hecho en la Argentina de la lucha armada y de las organizaciones guerrilleras de la década del 70 . Algo que quedó claramente expresado en las acusaciones formuladas en los discursos hacia Antonio Cafiero y contra Carlos Ruckauf, por haber sido ministros del gobierno constitucional que había sido derrocado por ese golpe de estado que, en teoría, se repudiaba en el acto que presidía el presidente de la República.
Tampoco era casual ni arbitrario que fuera así, porque las acusaciones contra Cafiero y contra Ruckauf aludían al decreto del gobierno nacional, de un gobierno constitucional de la Argentina en ese momento a cargo de Italo Luder , que había encomendado a las Fuerzas Armadas la lucha contra las organizaciones guerrilleras que se habían levantado las armas contra una gobierno legal y legítimo, que gobernaba con la legitimidad emaanada de las elecciones que le había dado el 62% de los votos, el 23 de septiembre de 1973.
Este ataque, hecho en presencia del presidente Kirchner, contra los ministros de un gobierno peronista, como responsables del genocidio practicado en Argentina , en realidad tampoco fue obra de la casualidad, no fue un accidente del cual alguien se haya lamentado, sino que - volvemos a decirlo - es coherente con una política que se ha venido desarrollando, más allá de que los autores de esas políticas no sean concientes de los resultados a que esas políticas llevan.
En este marco importa, decir que la semana pasada, consecuentemente con este criterio que se expresó en la tribuna de la ESMA el 24 de marzo, en Córdoba el premio Nobel del la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, acompañado por una abogada cordobesa se presentó en un tribunal para acusar al cardenal Raúl Primatesta por haber encubierto al detención de cinco sacerdotes católicos por parte del Tercer Cuerpo del Ejército a cargo del general Luciano Benjamín Menéndez. Hay una coherencia absoluta. Una cosa lleva a la otra y es muy difícil que esa cadena se rompa, en tanto y en cuanto ya ha sido afirmada y homologada desde lo alto del poder político.
Entonces, tenemos una situación en la cual el peronismo se sintió agredido y agraviado desde una tribuna del gobierno nacional. Más aún, de una tribuna de la que había sido claramente excluido por obra de la Sra. Hebe de Bonafini, que tiene la cualidad de decir siempre lo que piensa. Cuando ella dice que está en contra del Museo de la Memoria, porque ese museo no va a mostrar los fusibles Fal con los que luchó su hijo, lo que realmente está diciendo es lo que muchos callan. Lo mismo que cuando acusó a los gobernadores peronistas y los inhabilitó moralmente para participar de este acto, estaba diciendo lo que muchos callaban y que, a partir de que ella lo dijo, el propio gobierno nacional se hizo eco por omisión y ninguno de esos gobernadores participó del acto.
Pero es importante esto también porque generó, imprevistamente, la primera fosa entre el gobierno de Kirchner y ya no una fracción del peronismo sino el conjunto del peronismo. Esa fosa no se abrió el congreso justicialista en Parque Norte el 26 de marzo. Esa primera fosa fue la solicitada que apareció en los diarios del 24 de marzo del 76, con la firma de cinco gobernadores justicialistas, tres de ellos gobernadores de las provincias más importantes del país, esto es Felipe Solá, José Manuel de la Sota , Jorge Obeid y los gobernadores de Entre Rios, Jorge Busti y de La Pampa, Carlos Verna. Dos de ellos, Obeid y Busti, con reconocida y vieja militancia en la antiguamente denominada "tendencia revolucionaria" del peronismo.
Esta manifestación pública de estos cinco gobernadores, a 48 horas de la realización del Congreso del Partido Justicialista, es lo que de alguna forma permite explicar lo que pasó después en Parque Norte, cuando la inmensa mayoría de los congresales nacionales, que son los mismos que en Lanús en noviembre de 2002 suspendieron las elecciones internas del Partido Justicialista, que son los mismos que en febrero de 2003 homologaron que el Partido Justicialista fuera a elecciones con tres candidatos por separado, abuchearon masivamente a la Sra. de Kirchner, casi impidieron que hiciera uso de la palabra el gobernador de Santa Cruz, Sergio Acevedo, y rechazaron la moción que presentaba el vicegobernador de Corrientes, en nombre del gobierno nacional, acerca de la reincorporación a las filas partidarias de aquellos dirigentes peronistas que habían ido "por fuera" de la estructura partidaria en las últimas elecciones provinciales. Es decir que, más allá de la justicia o de la injusticia de una cuestión meramente reglamentaria, en el fondo se estaba diciendo "no" a la estrategia política de "transversalidad" atribuida al gobierno de Kirchner.
Esto quiere decir que este congreso del Partido Justicialista marca un antes y un después en la relación del gobierno de Kirchner y el peronismo en su conjunto. Quedó establecido que el "kirchnerismo" como tal sigue siendo lo que fue siempre: una minoría muy minoritaria dentro del conjunto del Partido Justicialista. En este contexto, la profundización de este conflicto ha llevado, sin ninguna duda, a un punto de nuevos alineamientos que seguramente todavía no están claros, pero que inevitablemente van a desarrollarse al calor de la crisis.
Cuando en el congreso del Partido Justicialista, JoséManuel De la Sota pronuncia, en un acalorado discurso, la palabra Rucci y esa sola mención origina que el congreso en su conjunto se levante para cantar la marcha peronista, expresión inequívoca de rechazo a la manifestación que había tenido lugar 48 horas antes el acto realizado en la ESMA, quedaba claro entonces cuál era el nuevo conflicto político que emerge hoy en el horizonte del peronismo, que agrupa al peronismo en su conjunto, por un lado, y al "kirchnerismo", por el otro.
Porque la mención de Rucci, que fue lo que paradójicamente genero en el gobierno mayor furia contra De la Sota, marcó que no estábamos hablando de un conflicto de espacios políticos, en el sentido clásico, sino de un conflicto profundo con raíces históricas de 30 años en el peronismo y en la Argentina. Por eso, con ese discurso de De la Sota quedaba reafirmada también la importancia que para el gobierno había tenido la visión ideológica formulada desde la tribuna de la ESMA.
Dentro de este cuadro general, hay que visualizar un panorama de creciente conflictividad, por ahora expresado en lejanía, entre Kirchner y el peronismo en su conjunto. Esto va a tener algunas expresiones prácticas inmediatas. Muchas serán por omisión, como por ejemplo la complicación hasta lo imposible de la discusión sobre la reforma de la ley de coparticipación federal , que es una de las prioridades que tiene el gobierno y la Argentina por delante en este año y que se ha naturalmente convertido entre difícil e imposible en el contexto de este conflicto entre el gobierno de Kirchner y el peronismo en su conjunto.
Va a tener también, seguramente, expresiones en el silencio, más que en las palabras, con las cuales el peronismo en su conjunto se va a manifestar en torno al gobierno de Kirchner . Tal vez habría que usar en este caso de la máscara de Fernando VII para reflejar cuál va a ser al actitud promedio con que el peronismo se va a manejar hoy frente al gobierno de Kirchner. Esto es decir algo así como "que le vaya bien".
Mientras tanto, lo que si vale decir es que el congreso de Parque Norte, desde las relaciones de poder en Argentina, es un hecho equivalente a la renuncia de Carlos Alvarez a la vicepresidencia de la República a diez meses de asumido el gobierno de la Alianza. Aquella renuncia fue precisamente el principio del fin de la constelación política que había llevado al gobierno a la Alianza y en particular a Fernando De la Rúa. Lo que se expresó en Parque Norte es el divorcio, o en principio el avanzado estado de separación, del sistemas de alianzas políticas que hizo que Kirchner llegara a la Presidencia de la República.
Es por ello que, hoy por hoy, después del congreso de Parque Norte, la suerte de este gobierno estará cada vez más vinculada a la evolución de la opinión pública argentina que a los resortes de poder de carácter político que Kirchner pueda conservar dentro del Partido Justicialista. Es el humor de la opinión pública la que va a marcar en el futuro la suerte del gobierno de Kirchner.
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Pascual Albanese , 02/05/2004 |
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