EL PERONISMO FRENTE AL GOBIERNO DE KIRCHNER

 


Texto de la exposicion realizada por Jorge Castro en la reunión mensual de Segundo Centenario que tuvo lugar el pasado martes 6 de abril, en el Hotel Rochester, Esmeralda 546.
Viene de
En la última semana de marzo y el 1° de abril, cambio en sus raíces la historia política reciente de la Argentina. El proceso que se inició el 25 de mayo del año pasado al asumir la Presidencia de la República Néstor Kirchner, terminó en lo esencial la semana pasada. El elemento decisivo de este cambio tuvo lugar en el acto de la ESMA y en la relación entre el gobierno del presidente Kirchner y la opinión pública de clase media de los grandes centros urbanos, sobre todo de la ciudad de Buenos Aires.

Todos los movimiento políticos , sobre todo los de importancia, definen su sentido en el momento en que nacen. El gobierno de Kirchner responde inequívocamente a esta norma histórica. Es el gobierno que surge del 27 de abril del año pasado. Por lo tanto, es un poder político que surge de una derrota electoral, que fue lo que le ocurrió a Kirchner en la primera vuelta, ya que salió segundo con el 22% de los votos , de los cuales con intención presidencial propia solo el 6% o el 8% del electorado, ya que el resto era el aparato del Partido Justicialista en la provincia de Buenos Aires, o mejor dicho es la diferencia que este aparato le permitió obtener en el segundo y tercer cordón del Gran Buenos Aires.

Es entonces un gobierno cuyo punto de partida, además de una derrota electoral en la primera vuelta, es su condición de expresión vicaria de un poder ajeno, como es el caso del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires, liderado por Eduardo Duhalde.

Todo en los movimientos políticos se define en el momento que nace. Por eso es que al presidente Kirchner , en ese momento, se le presentan dos alternativas. Una, la búsqueda de un acuerdo con el conjunto del justicialismo, para lograr con ese acuerdo ejercer el poder político que las urnas le negaban. La otra posibilidad era construir un poder político sobre la base de una suerte de "alianza virtual" con la opinión pública de la clase media de los centros urbanos y, por otro lado, con la izquierda territorial , especialmente la de la ciudad de Buenos Aires.

Lo que hizo el actual presidente fue elegir la segunda alternativa y llevarla a su pleno desarrollo y manifestación. Por eso se puede decir que el principal mérito de Kirchner en los primeros diez meses de gobierno es haber logrado conseguir un poder político que las urnas no habían otorgado por fuera, por encima , y en última instancia en contra, del justicialismo y, en primer lugar, del sector del justicialismo que lo había llevado a la presidencia como expresión vicaria, esto es el aparato del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires.

Por eso es que en estos primeros diez meses de gobierno la prioridad absoluta del actual presidente fue la vinculación con los aliados que, fuera del justicialismo, le permitieran construir una base de poder en la doble dimensión de la opinión pública de los grandes centros urbanos y de la izquierda territorial y el denominado "progresismo".

Y de pronto llegó el acto de la ESMA. En este acto, el actual Presidente de la Nación, forma y contenido no solo por lo que él dijo sino por lo que dijeron delante de él y con su aprobación otros exponentes, lo que hizo fue levantar exponer, de forma nítida, coherente, dramáticamente llamativa, lo que puede caracterizarse como "teoría del único demonio" de la década del 70, esto es las Fuerzas Armadas de la Argentina. Por eso lo que ocurrió allí fue una reivindicación plena de la experiencia guerrillera de la década del 70, con la expresa manifestación de que esto implicaba el rechazo político y cultural de la denominada "teoría de los dos demonios" que tiene carácter extremadamente decisivo desde el punto de vista político en la Argentina.

Porque la teoría de los dos demonios puede formularse de la siguiente manera. Es la idea según la cual en la década del 70 dos grupos minoritarios que actuaron por mecanismos desconocidos, pero probablemente con carácter de fenómeno psiquiátrico, y desplegaron una marea de violencia sobre el país, mientras que la sociedad argentina miraba absorta, ajena e inocente todo lo que ocurría a sui alrededor . Por eso es que la "teoría de los dos demonios", según la cual lo que ocurrió en la Argentina en la década del 70, fue solo el enfrentamiento militar entre grupos guerrilleros y las Fuerzas Armadas, es en realidad la "teoría del tercero excluido", según el cual en la década del 70 la sociedad argentina, la clase media argentina, fue ajena absolutamente a la tragedia de sangre, muerte y violencia que efectivamente ocurrió.

Esta caracterización poco y nada tiene que ver con una discusión sobre la justicia histórica o sobre la verdad. El problema es la interpretación que de esta "teoría de los dos demonios" hace un protagonista fundamental de la vida del país, que es la opinión pública o, para ser más estrictos, la clase media de los grandes centros urbanos, sobre todo de Buenos Aires. Para esa opinión pública, la "teoría de los dos demonios", para ser más estrictos la "teoría del tercero excluido" de la década del 70, es un elemento constitutivo de su propia identidad. Hace a la idea que esta opinión pública tiene sobre lo que es y lo que no es. Por eso, aceptar algún tipo de responsabilidad sobre la tragedia que vivió el país, le resulta profundamente ajena.

El resultado, por eso, del acto de la ESMA, del discurso del Presidente y de los otros oradores que en ese acto hubo, de la reivindicación de la experiencia guerrillera de la década del 70, de la caracterización de la existencia de un solo demonio en esa época, que es, según la visión del propio presidente y de los otros oradores, las Fuerzas Armadas, fue un primer quiebre la coalición de fuerzas que respaldo en los primeros diez meses al actual presidente.

Esto se manifestó de inmediato en que a lo largo de estos diez meses los medios de comunicación más representativos del consenso de la opinión pública y, por lo tanto, que responden al público de lectores de la clase media, por primera vez manifestaron su rechazo y su crítica a la posición tomada por el presidente en el acto de la ESMA. No son solo los editoriales que el mismo día publicaron Clarín y La Nación, sino que también fueron los editoriales de análisis político que efectuaron Joaquín Morales Solá y Eduardo Van Der Koy, en ambos casos la misma posición el rechazo, no a una interpretación del pasado, sino al ataque que había sufrido la "teoría de los dos demonios", elementos constitutivos de la identidad de la clase media argentina.

Como a este gobierno, debido a la opción que tomó en el momento mismo que surge, esto es desde el 25 de mayo , cuando opta por el respaldo de la opinión pública con el respaldo de la alianza con la izquierda territorial y el "progresismo", en vez de por un acuerdo con todo el justicialismo, su sustento de acción y poder lo da aquella alianza, lo que ocurrió fue una primera quiebra de la coalición que sustenta las bases principales de poder del gobierno de Kirchner.

El congreso del Partido Justicialista que va a tener lugar dos días después no se discutió el pasado. Siempre se discute el presente, aunque a veces se utilicen analogías históricas no para discutir el pasado sino para formular opciones en el presente. La mención de Rucci no es un estudio ni un intento de volver a analizar las condiciones y momentos en que la organización Montoneros, para intentar darle una lección a Perón , días después de que fuera elegido por el 62% de los votos , asesinó al secretario general de la CGT. Eso es el pasado, lo que está en discusión es el presente y lo que se había planteado como discusión del presente es aquello que surgió el propio 25 de mayo, que es la opción del actual gobierno de una alianza virtual con la opinión pública y con sectores de la izquierda territorial y el "progresismo", al margen del grueso peronismo.

Finalmente, el 1° de abril las calles de Buenos Aires fueron testigo de la mayor manifestación de la clase media argentina desde 1983. Nuevamente apareció en primer plano la capacidad de movilización de todos los sectores sociales. Es un fenómeno incomparable en cualquier otro país de América Latina. Esto representa que la Argentina es un país casi sin instituciones políticas sólidas, con un muy escaso vínculo o lazo solidaridad desde el punto de vista político, pero con un amplio margen de participación y protagonismo. Y lo que ocurrió es que la simple presencia masiva de la clase media , es decir, de la opinión pública, declaraba en los hechos su autonomía frente al poder político, inclusive el poder político que se encuentra en el eje de las decisiones , esto es el Poder Ejecutivo.

El resultado de esta semana crucial es la actual situación que puede caracterizarse como una crisis política. En qué consiste esta crisis ?. En primer lugar, en una acentuada parálisis del sistema de decisiones. En segundo lugar, al aislamiento frente a los otros actores principales en la vida política del país, que son la opinión pública y el peronismo. En breve síntesis , una crisis política que se caracteriza por manifestarse en una doble dimensión: la parálisis creciente en la toma de decisiones y el aislamiento del gobierno frente al resto de los protagonistas principales del escenario político.

Estas dos características definen una crisis de gobernabilidad, que es una característica propia de las crisis de los regímenes democráticos de América del Sur. Hay dos excepciones a esta regla de gobernabilidad de carácter crónico en América del Sur, con un criterio más amplio tal vez tres excepciones. Son Chile , Brasil y Uruguay. En Chile y en Brasil, la gobernabilidad del sistema del sistema político, esto es la capacidad de ejercer efectivamente el poder político democrático en todas situaciones, especialmente en momentos de crisis, parece sustentarse en la existencia de pactos nacionales previos al funcionamiento del sistema político.

Tanto en el caso de Brasil como en Chile, el sistema político funciona sobre en base a acuerdos nacionales que no sólo constituyen una transición de los regímenes militares a los regímenes democráticos, sino que además son también acuerdos de transacción entre las principales fuerzas políticas.

El presidente socialista Ricardo Lagos y el sistema chileno, que ha revelado una extraordinaria capacidad de reacción y de realización , actúan dentro de las instituciones de la Constitución adoptada por el régimen militar anterior. Algo semejante ocurre en Brasil , donde el 31 de marzo pasado se recordó el cuadragésimo aniversario del golpe militar de 1964, oportunidad en la que el actual presidente Lula, un preso político del régimen militar que gobernó Brasil desde 1964 a 1985, señaló que lo que había ocurrido allí en 1964 era un acontecimiento histórico que debía se estudiado y comprendido por todos los brasileños, pero no un motivo de desunión, porque lo que había ocurrido en la historia de Brasil en la historia de Brasil quedaba para siempre.

En Uruguay, el sistema político también funciona con reglas semejantes a las de Brasil y Chile. Lo que ocurre es que está recientemente paralizado por el constante choque y retroceso que es sistema político tiene que experimentar frente a su opinión pública. Ha habido en Uruguay tres referéndum que fueron convocados con el acuerdo las todas las fuerzas políticas, referidos a la modificación de las estructuras del "Estado de Bienestar" heredado de la época de Batlle y Ordóñez. En todos los casos, la opinión pública se manifestó en contra. Por eso es que en Uruguay, si bien no hay aislamiento del poder político con los otros protagonistas de la sociedad , sí hay creciente tendencia a la parálisis política.

Concluyo con la siguiente observación, que no es un intento de interpretar el futuro, que por definición no existe, sino una tentativa de comprender el presente, después de esta semana decisiva que culminó el pasado 1° de abril. La Argentina vive una crisis política cada vez más acentuada. Los acontecimientos han tomado la delantera. La conclusión es que, en los próximos meses, la Argentina va a tener que volver a enfrentar el desafío central, común a la mayoría de los países de América del Sur, de cómo enfrentar y resolver una crisis de gobernabilidad política.
Jorge Castro , 02/05/2004

 

 

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