Una reindustrialización internacionalmente competitiva.

 


La economía mundial se asemeja hoy a una tijera con sus dos filos. El primero es Estados Unidos, volcado hacia la economía de la información. El otro filo es China, especializada en la producción masiva de manufacturas industriales. Será extremadamente difícil para los demás países competir exitosamente en estas dos franjas fuertemente ocupadas por Estados Unidos y China.
Cada país tiene entonces que posicionarse en función de esta realidad y, a partir de sus ventajas comparativas y competitivas, está obligado a encarar la búsqueda de aquellos nichos de mercado mundial que le posibiliten participar activamente en las grandes corrientes de inversión y comercio internacional. En este panorama, existe un aspecto crucial para la Argentina. El principal problema de China es alimentar al 22% de la población mundial con solo el 7% de los recursos hídricos del planeta y con una hectárea arable por cada diez personas, cuando el promedio mundial es de una hectárea arable por cada cuatro personas. El constante mejoramiento del nivel de vida de una población de 1350 millones de personas, que vivían en una situación de infraconsumo, se expresa en un constante aumento del consumo de alimentos. No se trata de un fenómeno coyuntural, sino de una tendencia estructural.

Todas las estimaciones indican que, desaceleración aparte, aún reduciendo a la mitad su ritmo de crecimiento de los últimos veinticinco años, alrededor del 2040 China será, en términos cuantitativos, la primera economía del mundo. Pero lo que ocurre en China no es un hecho aislado. Algo relativamente similar sucede ahora con la India, otro país gigantesco, con más de 1000 millones de habitantes, que en la última década creció a una tasa promedio del 6% anual y que, de acuerdo con esas mismas estimaciones, en medio siglo será la tercera economía del mundo.

Todo esto afecta directamente a la Argentina y a sus socios del MERCOSUR, que presentan claras ventajas comparativas en materia de producción agroalimentaria. En un lapso históricamente breve, el MERCOSUR está en condiciones de erigirse en el primer exportador mundial de alimentos, por encima inclusive de los Estados Unidos. Por su formidable impacto multiplicador en el conjunto del sistema productivo, la puesta en marcha de una verdadera Revolución de los Alimentos, que privilegie la especialización agroalimentaria de la Argentina, como estrategia apropiada para la diversificación industrial y la integración territorial del país, no implica de ningún modo la reprimarización de la economía.

Muy por el contrario, es el camino hacia una reindustrialización internacionalmente competitiva. En términos históricos, y salvando las obvias diferencias de cada caso, ése fue el camino que cimentó la industrialización de países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, que hace un siglo presentaban similitudes estructurales con la Argentina. Estamos ante una nueva oportunidad histórica. Se trata de aprovecharla.
Pascual Albanese , 07/05/2004

 

 

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