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No es demasiado tarde para dolarizar. |
Steve Hanke expresó una vez más su convicción de que la dolarización dará a la Argentina lo que no puede darle la flotación cambiaria: una moneda estable y la eliminación del riesgo de las devaluaciones.
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En una nota que se publicó la semana pasada en el "Buenos Aires Herald", el economista estadounidense Steve Hanke enfatizó nuevamente las ventajas que puede obtener la Argentina si instrumenta la dolarización a la tasa de cambio 1 peso = 1 dólar. El artículo lleva como título: "Dr. Menem, no es demasiado tarde para dolarizar" y es una reafirmación actualizada del trabajo más detallado que el Director de Agenda Estratégica analizara el 11 de diciembre pasado.
El profesor de Economía Aplicada en la John Hopkins University afirma que los argumentos acerca de que la dolarización ya no es una opción factible carecen de sentido: "Si estas expresiones son ciertas, implicarían que el BCRA está incumpliendo la Ley de Convertibilidad y está operando en forma ilegal".
Para Hanke el sistema de convertibilidad está cerca del fin de su existencia y, ante este hecho, la Argentina tiene sólo dos opciones: dolarizar en forma oficial, lo cual es consistente con el espíritu de un sistema ortodoxo de caja de conversión, o dejar flotar el valor del peso, lo que significa expandir los poderes del Banco Central y, luego, esperar que los emplee con sabiduría.
Pero "la experiencia argentina con tasas de cambio flotantes y otras formas de política monetaria independiente ha sido desastrosa", recuerda el ex asesor de Ronald Reagan y Domingo Cavallo. "Desde el momento en que se creó el BCRA en 1935 hasta 1991, el peso se depreció frente al dólar por un factor de 3.000.000.000.000. Es esto lo que deja a la dolarización como la única elección que sugiere la experiencia para proveer estabilidad.
No es cierto que deba devaluarse porque la Argentina no es competitiva
"El clásico signo de no ser competitivo - afirma Hanke - es una declinación en las exportaciones. En la Argentina, las exportaciones han estado creciendo cada uno de los últimos diez años, con la excepción de 1999. Si el resto de la economía estuviera creciendo al mismo paso que el sector exportador - alrededor de 3 % anual - la Argentina no debería estar en recesión. Si la sola devaluación pudiera hacer competitivo a un país, entonces la Argentina debiera haber sido uno de los países más competitivos del mundo en los años 80, cuando la moneda era depreciada velozmente".
La devaluación puede dar a los exportadores una ventaja de costos temporaria, pero hacer competitivo a un país en el largo plazo requiere "un eficiente y honesto sistema legal, un régimen impositivo que aliente a las empresas y a su cumplimiento, normas laborales flexibles y otras instituciones que están fuera de la política monetaria".
¿Tiene la Argentina las reservas suficientes para dolarizar 1 a 1?
El economista norteamericano cree que hay dos concepciones erróneas acerca de las reservas que son necesarias para la dolarización. La primera es que la dolarización requiere reservas superiores a las necesarias para cubrir la base monetaria, es decir, los pasivos monetarios del Banco Central. Esta afirmación es simplemente incorrecta.
El segundo concepto equivocado es que la Argentina ahora no tiene las reservas suficientes para enfrentar la base monetaria. "Aunque es cierto que las reservas en divisas 'puras' en el BCRA eran solamente de 14.800 millones de pesos el 5 de diciembre pasado versus una base monetaria de 15.800 millones de pesos, el Banco Central también posee activos domésticos que exceden los 11.000 millones de pesos. Suponiendo que el Banco Central está informando acerca de sus cuentas con precisión y que no tiene grandes obligaciones ocultas, podría eliminar la brecha entre las reservas en moneda extranjera vendiendo algunos de los activos domésticos por dólares. Aún si la falta de reservas en divisas fuera mucho mayor habría maneras de minimizar sus efectos.
Por qué la tasa debe ser 1 a 1
Cualquier otra tasa distinta a la de 1 peso = 1 dólar provocaría daños generalizados. La devaluación del peso destrozaría a los acreedores - entre ellos, principalmente, el sistema bancario - por la quiebra que provocaría a mucha gente que tomó préstamos en dólares. Una conversión forzosa de los préstamos en dólares a pesos perjudicaría también a los depositantes de los bancos y a otros acreedores que también verían devaluados sus préstamos, además de que sería obviamente inaplicable a las personas, empresas y bancos que obtuvieron préstamos en el exterior. "Una conversión forzosa - señala además Hanke - sería el tercer evento de este tipo en 20 años. La lección que la gente aprendería es nunca más debería dejar nuevamente sus ahorros al alcance del gobierno argentino".
A comienzos de diciembre, Hanke publicó en los Estados Unidos una propuesta de dolarización para la Argentina que también permitiera que los bancos privados pudieran emitir sus propios billetes denominados en dólares, un sistema conocido como banca libre ("freebanking"). Esta moneda bancaria reemplazaría tanto a los pesos emitidos por el BCRA como a los dólares billete del Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos. (Ver en Agenda Estratégica "Hanke: Un aporte original a la dolarización").
Si se toma esta decisión, tendrá el potencial de aumentar las reservas de los bancos, sumando a los actuales 8.300 millones de pesos que poseen los argentinos en billetes de pesos emitidos por el Banco Central los estimados 25.000 millones de billetes de dólares que están en poder del público en nuestro país. Aunque sólo una parte de la población fuera atraída por esta posibilidad en forma voluntaria, este adicional a los reservas bancarias (que sumaban el 5 de diciembre 10.700 millones de pesos) significaría una base hoy inexistente para la expansión del crédito, un requisito imperioso para dejar atrás esta larga recesión.
"Los que sí no quieren ver quienes poseen depósitos en los bancos es cómo sus ahorros se evaporan en un intento fallido de defender a su moneda, tal como sucedió con el primer plan Cavallo, el plan Bonex", concluye el economista.
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Agenda Estratégica , 18/12/2001 |
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