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Los sojadependientes son ellos. |
Se viene una semana muy importante. Se van a solapar dos eventos cruciales para el sector: la visita del presidente de China, y el lanzamiento, con bombos y platillos, de la Cadena Agropecuaria. La superposición no hace más que potenciar el vínculo entre ambas cuestiones. China se ha convertido en un factor clave para el futuro del agro. Esto es lo mismo que decir para el futuro nacional. La reactivación no solo arranco desde el campo. Las únicas inversiones importantes, genuinas, provienen del sector agroindustrial, desde los productores que se lanzaron a comprar tractores, sembradoras, pulverizadoras y cosechadoras con una inversión de mas de 500 millones de dólares. Sin crédito, con bolsas de soja. |
Los créditos internacionales —dinero fresco, como los 60 millones de dólares que le presto el Banco Mundial a través de la Corporación Financiera Internacional a AGD— que han obtenido empresas nacionales se concentran en la agroindustria sojera.
China es el principal mercado para el poroto de soja. Se lleva la mayor parte del grano que no se muele en el país, y también algo de aceite. Este año compraron 7 millones de toneladas de soja, una cifra muy importante, pero que es solo el 20% de la produccion nacional. Otro centenar de países, entre ellos todos los que integran la Unión Europea, compra aquí 25 millones de toneladas pero con mayor valor agregado. Por eso, a pesar de la importancia de China como gran comprador (2.000 millones de dólares no es moco de pavo), no se puede hablar de "chinodependencia".
Este término se acuñó durante la preparación del viaje del presidente Kirchner, acompañado por buena parte del gabinete y numerosos empresarios. Parecía que lo más importante era dejar de ser sojadependientes de la chinodependencia. Se puso foco en cualquier otra cosa. Esta bien diversificar las exportaciones, pero eso no debe llevar a ignorar a la gallina de los huevos de oro.
Hace seis años estuvimos en China, en una gira de máximo nivel, acompañando a Jorge Castro, por entonces secretario de Planeamiento Estratégico del último año del gobierno de Menem. En ese momento China representaba poco en el mundo sojero. Compraba 2 millones de toneladas de poroto, el 7% de la producción. Pero se percibía que sus necesidades crecerían de manera exponencial. Es lo que sostenía Lester Brown, desde su World Watch Institute en Washington, quien había alertado en su "Who Will Feed China" ("Quien Va a Alimentar a China") que el coloso asiático estaba frente a un dilema malthusiano. Sistemáticamente, los dirigentes chinos entrevistados en la gira negaron la crisis alimentaria. Pero se ponían demasiado nerviosos cuando se hablaba de esto.
En una cena con el director de Ciencia y Tecnología chino, se creó una situación de cierta tensión cuando le remarcamos la incipiente tendencia a la importación de insumos alimenticios básicos, como la soja. Nos dijo que iban rápidamente al autoabastecimiento. Pero los rindes y la superficie disponible, cada vez menor por la urbanización y la falta de agua, indicaban lo contrario. Teníamos razón: cinco años después, en 2004, los chinos compraban 20 millones de toneladas. Este otoño el aluvión de importaciones era imparable. Muchas empresas de crushing chino quebraron al no poder trasladar al mercado los precios que ellas mismas habían convalidado. Entonces, defaultearon los contratos, dejaron barcos en banda y generaron un grave problema a los traders internacionales. La cosecha argentina llegó un poco más tarde y zafo del problema, aunque los precios volvieron a niveles normales. Pero China siguió comprando. Y sus necesidades seguirán creciendo.
La clave se llama "transición dietética", un concepto elaborado por el propio Lester Brown en los años 70, cuando yo me iniciaba en el periodismo agropecuario. Significa que las sociedades que se desarrollan van sustituyendo sus dietas ricas en féculas (arroz, mandioca, legumbres) por crecientes cantidades de proteínas animales. Y las proteínas animales se producen con granos forrajeros y harinas proteicas de origen vegetal, como la soja. Dado que el proceso se conversión de granos en carnes implica meter un eslabón mas en la cadena alimentaria, esto produce un crecimiento exponencial de las necesidades de insumos forrajeros.
La teoría se convirtió en realidad con la explosión china, que crece desde hace quince años a un promedio del 8% anual. Este es un dato crucial para acotar esto de la chinodependencia sojera. En realidad, ellos también dependen de nosotros. Por supuesto que la Argentina no es el único proveedor. Pero no hay muchos más: Brasil, que será el más importante a largo plazo por su extraordinaria dotación de recursos (los Cerrados, en plena expansión) y los EE.UU., que ya están al límite. Canadá no tiene clima para la soja y Australia sigue afuera de la conversación. Y hasta ahí llegamos.
Cuando uno anda por una ruta en China ve pasar todo el tiempo camiones cargados de chanchos. El chancho es maíz y soja.
Así que la cuestión no es solo buscar otras cosas para venderle a los chinos, sino consolidar este negocio. Que tiene problemas, porque los chinos "son difíciles" (lo saben los traders) y todos los días meten una chicana nueva. Como ahora, con dos resoluciones que complican el comercio: la de determinación de calidad en destino, contraviniendo una norma mundialmente aceptada, que es el certificado de calidad en origen amparado por compañías certificadoras internacionales; y la cuestión de los aceites, donde reclaman que el que reciben no esta refinado. Y es correcto, porque ellos compran crudo. Lo que pasa es que algunas empresas lo envasan así y en ese estado no es comestible. "Si quieren refinado, tenemos, pero que lo paguen", dicen aquí. Es un conflicto importante a resolver, y en eso está la SAGPyA, cuyo titular Miguel Campos se reunirá el lunes con el pope del Senasa chino (el AQSIS) para allanar las cuestiones de calidad y sanidad. Esto es mucho más importante que las inversiones en infraestructura, que igual serán bienvenidas. Lo de los ferrocarriles no parece tan importante, porque el sector privado ya compró los pliegos de la licitación del Belgrano, mostrando que está dispuesto a seguir invirtiendo en el sector ferroviario. Negociemos, entonces, sin dejar de considerarlos como al "señor cliente" pero pensando en que ellos son los sojadependientes.
hhuergo@clarin.com
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Héctor A. Huergo , 15/11/2004 |
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