PASCUAL ALBANESE - TRES AÑOS DE KIRCHNER

 

Texto de la exposición realizada en la última reunión mensual del centro de reflexión para la acción política Segundo Centenario, que tuvo lugar el pasado martes 2 de mayo en la sede de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), calle Paraguay 1239, primer pìso.
Teniendo en cuenta de que estamos hablando de tres años de gobierno de Néstor Kirchner, tal vez sería bueno refrescar el hecho de que, en el discurso del 25 de mayo del 2003, cuando asume la presidencia en el Congreso Nacional, lo que más se parece a una definición de tipo conceptual fue cuando caracterizó ese modelo como el de un “capitalismo nacional”, que en su forma de ver las cosas venía a ser como una suerte de antídoto frente a lo que había sido, a su juicio, el modelo neoliberal de la década del 90.

Tres años es suficiente tiempo para un balance. En ese balance no sobre lo que dice, sino sobre lo que se hace, y no lo sobre lo que se dice sino sobre lo que pasa, lo cierto es que podemos registrar, en el terreno estrictamente del poder económico en la Argentina, tres características fundamentales.

La primera de ellas es lo que más específicamente podríamos calificar como la brasileñización, no extranjerización, porque tienen un solo común denominador, de un conjunto de grupos empresarios nacionales importantes de la Argentina. Estamos hablando de grupos empresarios de la envergadura de Pérez Companc, de Loma Negra, del Frigorífico Swift o de Cervecería Quilmes, en todos los casos traspasados a capitales brasileños, acompañado esto, cabe decirlo, como se desprende también de lo que decía antes Jorge Castro, de una disminución relativa muy importante de la inversión extranjera directa en la Argentina, salvo precisamente estas compras puntuales de empresas por parte de capitales brasileños.

El primer elemento entonces del capitalismo nacional en estos tres años es la compra con capitales brasileños de algunas empresas argentinas. Pero el segundo elemento, creo que tal vez el fundamental de la descripción de este “modelo económico” definido como “capitalismo nacional”, es la reaparición, en las condiciones del siglo XXI, porque las cosas nunca reaparecen de la misma manera con que habían desaparecido, de un fenómeno sobre el que los argentinos tenemos una muy larga y rica, no se puede decir exitosa experiencia, que ha sido toda la década del 80 o antes también, que es la existencia del Estado prebendario, de lo que antes se ha dado en llamar la “Patria Contratista”.

Tal vez por eso es que, por primera en la historia, y no solamente por un problema de proximidad con el Presidente de la República, resulta que el Ministro de Infraestructura es más importante que el Ministro de Economía, o en este caso que la Ministra de Economía. Esto no es una casualidad. Tiene que ver con el eje de lo que es este “modelo económico” de “capitalismo nacional”, cuyo rasgo principal es la reaparición del Estado prebendario y del sistema empresario de lo que en la década del 80 se caracterizó como la “Patria Contratista”.

No se trata acá de rasgarse las vestiduras acerca de cuál es el comportamiento de los grupos empresarios. Porque los grupos empresarios siempre se van a comportar en función de sus propios intereses y a partir de los incentivos, las posibilidades o imposibilidades abiertas desde la situación general y el poder político. Es por eso que no hay por qué extrañarse que buena parte de grupos empresarios que se enriquecieron en la década del 80 en las condiciones de la década del 80, y en la década del 90 en las condiciones de la década del 90, se estén enriqueciendo en estos últimos años en las condiciones que marca esta reaparición del Estado prebendario, que es la “Patria Contratista”.

Entonces tenemos como ejes, un primer elemento, que es la brasileñización de grupos económicos nacionales, un segundo elemento, que es el tema de reaparición de la “Patria Contratista” y la asociación con los intereses del Estado de lo que en la época de Raúl Alfonsín se llamaban los “capitanes de la industria”, muchos de los cuales son los mismos. El tercer elemento, tratado por nosotros también acá en ocasiones anteriores, pero que es muy importante al definir este modelo de “capitalismo nacional”, es la distribución regresiva del ingreso, o sea salarios bajos, más pobreza y exclusión social.

Estas tres cosas son, en apretada síntesis, los tres años de Kirchner en cuanto a “modelo económico”. Ahora, esto es sólo una parte de la cuestión, casi diríamos la mitad de la cuestión. Porque la otra mitad de la cuestión es mucho más estrictamente política y es que la economía actual del gobierno de Néstor Kirchner sólo se sostiene a partir de esto que se ha dado en llamar el modelo del dólar superalto y de las retenciones a las exportaciones agropecuarias y energéticas. Ahora, esto no es solamente por un problema que tenga que ver con la redistribución regresiva del ingreso, que por supuesto lo tiene. Esto es también porque las retenciones a las exportaciones constituyen una modificación política de tipo absolutamente fundamental desde el punto de vista de lo que es el sistema fiscal en la Argentina, en tanto y en cuanto las retenciones son lo que técnicamente se llaman impuestos no coparticipables.

Esto quiere decir que este modelo que acompaña la implantación de estas retenciones es un modelo de concentración de poder político en el Estado Nacional, en detrimento de las provincias y los municipios y a favor de la discrecionalidad política del Estado Nacional en el manejo de los fondos públicos.

Las retenciones a las importaciones, tanto agropecuarias como energéticas, son la condición de posibilidad del poder político del presidente Kirchner en su relación con los gobernadores y los intendentes de la República Argentina. Importa señalar esto porque entonces lo que estamos viendo no es la ejecución una teoría económica, ni siquiera solamente un proceso en beneficio de determinados sectores económicos empresarios locales, ni tampoco solamente un clásico proceso de redistribución regresiva del ingreso en perjuicio de los trabajadores y los sectores socialmente más postergados del país, sino que es todo eso más su condición de posibilidad política, que es el manejo de los fondos no coparticipables, derivados de las retenciones a las exportaciones agropecuarias y energéticas, como condición de la subsistencia del actual sistema de poder político.

Es por eso que ahora se discuten con fuerza cuestiones como las llamadas cargas tarifarias sobre los servicios públicos, un debate que trascendió a los diarios días pasados. Por eso es que el presidente Kirchner se enoja tanto con la señora Hilda González de Duhalde en relación al debate sobre este tema y le tira por la cabeza, por decirlo de alguna forma, a la señora de Duhalde el tema del Fondo del Conurbano. Lo cierto es que entonces tenemos un modelo económico que tiene estas características y que apuntala a un poder político que está basado precisamente en este mecanismo de acumulación. Castro decía hace unos minutos cómo es el tema del “hilo rojo” de ingobernabilidad que recorre América del Sur y señalaba que la Argentina no fue precisamente una excepción dentro de ese proceso y que la crisis del 2001-2002 fue tal vez una de las expresiones paradigmáticas precisamente de ese proceso de ingobernabilidad.

Lo cierto es que estos tres años del gobierno de Kirchner profundizan sobre una cuestión muy importante que tiene que ver con ese análisis que hacía Castro acerca de la situación regional. La caída del gobierno de la Alianza, en particular, para registrarlo claramente en un punto, o sea, 20, 21 de diciembre del año 2001, fue el elemento que hizo que la Argentina, en términos políticos, mudara por así decirlo, de su sintonía con Uruguay, con Chile y en cierta medida con Brasil, hacia una semejanza con Ecuador, con Perú y con Bolivia en términos de inestabilidad política sistemática o crónica. O sea que es ahí, en diciembre de 2001, cuando se produce claramente un quiebre del cual, en última instancia, es el gobierno de Kirchner, que es hijo del vacío político de la Argentina. Y estos tres años no solamente que no han substituido ese vacío político, sino que en realidad lo han profundizado sistemáticamente.

Porque la estrategia política del gobierno de Kirchner ha sido, precisamente, la de profundizar el vacío político, en el sentido del vaciamiento político institucional, en primer lugar del propio peronismo y después de los demás sectores políticos y de poder de la Argentina. Y ahí surgiría, tal vez en determinados pronósticos, en determinados análisis, una idea acerca de un Kirchner todopoderoso, en tanto y en cuanto avanza sobre un sistema político desfalleciente.

Lo que pasa es que estas cosas tienen, como todas en la vida, en la naturaleza y en la política, su contrapartida, y es que esta, para usar un término periodístico de moda desde hace algún tiempo, “borocotización” del sistema político, en realidad lo que contribuye es, a su vez, al creciente debilitamiento de ese sistema político que afanosamente se intenta “borocotizar” y hace que sea cada vez más importante lo que se desarrolla por fuera de ese sistema político, que es la cuestión de la tendencia generalizada a la acción directa en la Argentina por parte de todos los actores políticos y sociales del país, esto que en estas mismas conferencias anteriores de Segundo Centenario hemos marcado tan abundantemente en relación a lo que fue el fenómeno de Juan Carlos Blumberg, o el fenómeno de los padres de Cromagnon, o el fenómeno de los trabajadores petroleros de Las Heras en Santa Cruz, o el fenómeno de los productores forestales de San Vicente en la provincia de Misiones, y ahora, últimamente, de los estudiantes de la FUBA y los adversarios de los estudiantes de la FUBA, esto es los dirigentes y los militantes de APUBA, del gremio de los no docentes en el caso de la elección del rector de la Universidad de Buenos Aires, etc., etc., sin olvidarnos, por supuesto, de las movilizaciones ambientalistas en Gualeguaychú y demás casos semejantes.

Nos encontramos entonces ante esta situación: en tres años, tenemos un sistema político que sigue debilitándose, con un gobierno que se propone debilitarlo más, y lo consigue, y a su vez una creciente tendencia a la acción directa, ya no solamente por parte de los grupos piquetero, como ocurría hasta hace un tiempo, sino por parte de todos los sectores políticos y sociales argentinos. Lo que hay en todo caso en la Argentina de hoy es un fenómeno que podríamos caracterizar como de “piqueterización” de la acción política, porque es la forma de expresión que los distintos actores sociales toman tras la ineficacia de las mediaciones político institucionales tradicionales.
Pascual Albanese , 06/05/2006

 

 

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