Argentina: Aislamiento externo o reinserción internacional. (Cuarta Parte)

 

Texto de las exposiciones de Pascual Albanese y Jorge Castro en la reunión del centro de reflexión política Segundo Centenario, el 6 de agosto de 2002.
Jorge Castro:

Si la opción básica que enfrenta la Argentina en las próximas elecciones presidenciales es entre la inserción internacional, por un lado, y la continuidad y profundización del actual aislamiento, por el otro, un tema absolutamente crucial es tratar de determinar con el máximo de precisión posible cuál es la estructura del poder mundial en la que hay que insertarse o respecto a la que es necesario aislarse. Esta estructura del poder mundial parece mostrar dos dimensiones crecientemente integradas. Por un lado, los Estados Unidos, como el país eje del sistema internacional. Por el otro, los países de ese sistema mundial en proceso de integración acelerada con los Estados Unidos y que son los países de la Unión Europea, además de los integrantes inmediatos del espacio norteamericano. Estos últimos son Canadá, México, Centro América y, a partir del ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio, en diciembre del año pasado, otro componente fundamental de este sistema de poder mundial crecientemente integrado con los Estados Unidos es la República Popular de China. Y a partir del 11 de Septiembre del año pasado, fecha de los ataques terroristas coordinados sufridos por los Estados Unidos en Nueva York y Washington, el otro componente fundamental del sistema de integración mundial acelerado con los Estados Unidos es Rusia.

Los Estados Unidos. Ante todo, una observación obvia. Este país experimenta una crisis. Es una crisis que se revela en el hecho de que los valores accionarios han caído más del 17 % en lo que va del año. Esto es lo que sucede, por ejemplo, con las 500 acciones de empresas fundamentales que integran el índice Standard & Poor's. Esta caída de envergadura de los valores accionarios, en un plazo relativamente breve, está acompañada por un segundo fenómeno, que es la salida de capitales líquidos de los Estados Unidos, que se produce desde hace aproximadamente cuatro meses, y que implica una reversión del fenomenal flujo de capitales que recibió a lo largo de la década del noventa. Por último, esta crisis tiene un componente que es de importancia política, en la medida que es una crisis de confianza originada por la serie sucesiva de escándalos contables referidos a la actuación o a la valuación efectiva de los activos de grandes empresas estadounidenses, que ha llevado a la quiebra de algunas de ellas, empresas arquetípicas de lo más avanzado que ha ocurrido en ese país en materia de innovación y desarrollo tecnológico.

¿En qué contexto se desarrolla esta crisis norteamericana? En primer lugar, conviene señalar respecto a estas 500 empresas que el valor accionario de éstas ha perdido en lo que va del año el 17 %. Al mismo tiempo, el conjunto de estas empresas ha más que duplicado su valor desde comienzos de 1995. El resultado es que estas mismas empresas que han experimentado esta caída significativa en lo que va del año tienen desde 1995 en adelante una tasa de retorno anual acumulativa del orden del 10,2 %, incluida la etapa de desaceleración y recesión de 18 meses que ha tenido la economía norteamericana, que abarcó el conjunto del año 2001. No sólo eso: tanto los salarios reales que pagan a sus empleados y profesionales como el gasto en capital, esto es equipamiento tecnológico, que han realizado estas 500 empresas y lo que ellas representan, como el aumento de la productividad de las mismas es mucho más alto, cualitativamente más alto que el que tenían hace siete años, y esto a pesar de esos dieciocho meses de recesión, que culminó en el último trimestre del año pasado.

El dato fundamental para ubicar la verdadera situación de una economía avanzada, sobre todo en la etapa de globalización del capitalismo, se refiere a ese hilo rojo que identifica la tendencia fundamental que es el aumento de la productividad. Lo que aparece entonces es que, en los últimos tres años, incluidos los dieciocho meses de recesión, el aumento de la productividad promedio de la totalidad de los factores de la economía estadounidense ha sido del 3,1 % anual, es decir, más del doble del aumento de la productividad que tuvo los Estados Unidos en los años previos a 1995. Más aún: en el último trimestre del año pasado, la productividad de la economía norteamericana aumentó 7,5 % anual, esto es, la más alta tasa de productividad anualizada de la economía estadounidense en dieciséis años. Ese aumento de la productividad en el último trimestre del año pasado se repite en el primer trimestre de este año y las previsiones son que, aún con la disminución del segundo trimestre, el nivel de aumento de la productividad implica un salto cualitativo en la eficacia en el uso de la totalidad de los factores productivos, no solo del trabajo sino también del capital.

Lo notable es que este aumento de la productividad ha tenido lugar mientras se producía, al mismo tiempo, una baja significativa en la inversión. Dicho de otra manera: la inversión en los Estados Unidos, en el transcurso del 2001, cayó 11 %. Sin embargo, en el último trimestre del año pasado y el primer trimestre de este año la productividad ha tenido el mayor nivel de aumento de los últimos dieciséis años. Es una novedad, porque a diferencia de otros ciclos recesivos que ha tenido los Estados Unidos desde la segunda guerra mundial, donde la caída de inversión ha estado acompañada inexorablemente por una caída de la productividad, acá hay una caída de la inversión y un aumento de la productividad. Por último, las previsiones tanto de la Reserva Federal como de la Secretaría de Comercio son para este año de un crecimiento de la economía estadounidense del 3 al 3,5 % anual, como de un crecimiento para el año que viene de un 3 a un 4 % anual. Para tener una idea definida de lo que se trata un crecimiento semejante, hay que tener en cuenta que la economía estadounidense es de un trillón de dólares. Cada trillón es un millón de millones de dólares. O, dicho de otra manera, es una economía que en relación al producto bruto mundial es el 23 %, es mayor ella sola a la suma de los productos brutos de las tres economías desarrolladas que le siguen en orden de importancia, esto es la economía de Japón, de Alemania y de Francia. Sin embargo, esta economía en la que se produce un salto fenomenal de la productividad a pesar de la caída de la inversión ha vuelto a retomar la tasa de crecimiento promedio que tuvo a lo largo de la segunda mitad de la década del noventa, donde creció el 4 % anual o más durante cinco años consecutivos, culminando una década de expansión que fue la más larga expansión norteamericana desde que se realizan estadísticas, esto es, desde 1854.

Sin embargo, en esta economía el flujo de capitales ha adquirido un sentido negativo. El resultado de que los capitales en lugar de entrar, salen, es que, por primera vez desde que surgió como moneda mundial, el euro ha alcanzado y superado el valor del dólar. El flujo de capitales negativo fortalece al euro y debilita al dólar. Esto es lo que puede explicar, si es que existe explicación, que una economía de esta magnitud y de estas características tenga un flujo negativo de capital. Y aquí lo que aparece es quizás lo que puede identificarse como la causa de fondo de la crisis del capitalismo norteamericano, entendida como una mutación de su naturaleza en un sistema que por esa misma naturaleza vive en continua crisis. El dato fundamental a retener en este sentido es la débil rentabilidad de las empresas estadounidenses, debido a la baja tasa de retorno que tienen los gastos de capital que han realizado a lo largo de la década del noventa como consecuencia de una fenomenal sobreinversión, sin precedentes, no solo en la historia del capitalismo norteamericano, sino en toda la historia del capitalismo mundial.

Resumiendo brevemente: A partir de 1993, la denominada nueva economía de las telecomunicaciones y de la informática, sumado al mundo de los multimedios, que representa aproximadamente el 10 % del producto bruto norteamericano, atrajo más del 50 % de la inversión total de las empresas estadounidenses. La causa fundamental de esta extraordinaria sobreinversión fue que, en el mismo período, el costo de los equipos de procesamiento de información y de informática cayó un promedio del 25 % anual acumulativo. De modo que la inversión o sobreinversión se realizó sobre la premisa de que el costo del equipamiento que se compraba caía sistemáticamente en su valor, mientras sustituían los anteriores equipamientos de capital. Todo esto, además, sobre una segunda premisa que era que este equipamiento de tecnología de procesamiento de información e informática, que sustituían el stock propio de la etapa industrial y cuyo costo bajaba 25 % anual acumulativo, era el instrumento de un fenomenal aumento de la productividad. Sólo en 1995 y a partir de allí esta pretensión se reveló verdadera. Antes, la inversión en equipamiento de tecnología de la información e informática era gigantesca pero no se manifestaba en aumento de la productividad. La productividad estaba en todos lados menos en las estadísticas. Y, de pronto, en 1995 estalló en las estadísticas. Esto es, este incremento de la productividad de más del 3 % anual acumulativo, que es más del doble del aumento de la productividad de la economía estadounidense en los 20 años previos que comienzan a contarse desde el primer shock petrolero de 1973 - que fue el origen de la revolución tecnológica de los países capitalistas avanzados - recién alcanza su culminación, en el sentido de aumento significativo de la productividad, a partir de 1995, provocando este fenomenal aumento de la inversión focalizado en el 10 % de la economía norteamericana, el sector de la denominada nueva economía estadounidense de la información y de las telecomunicaciones, que atrajo más del 50 % del total de la inversión.

¿Dónde se financió esta gigantesca sobreinversión? En el mercado accionario estadounidense. El financiamiento no fue tanto proveniente de los bancos, sino de las bolsas. Las empresas se capitalizaron, adquirieron equipamiento, realizaron esta fenomenal sobreinversión tomando los capitales del mercado accionario. Esto, a su vez, se reveló en los ingresos de los trabajadores de la clase media norteamericana, porque en un momento determinado más de 40 millones de ciudadanos se encontraron como propietarios accionistas de estas empresas que realizaban esta fenomenal sobreinversión y entregaban a estas empresas, como contraprestación a las acciones que adquirían, la titularidad de sus ahorros.

Ahora, el núcleo de la crisis norteamericana, esta mutación de fondo del sistema capitalista estadounidense, es la combinación de aumento de la productividad, en un nivel histórico estructural superior a cualquier otro de la historia del capitalismo, al mismo tiempo que la inversión cae, porque el 11 % de la inversión ha caído, pero las que más han caído, un 40 %, son las ventas de telecomunicaciones e informática. Y, al mismo tiempo que se produce esta caída, aumenta la productividad. Pero la rentabilidad de las empresas se mantiene muy débil precisamente porque la tasa de retorno que tiene por la sobreinversión que ha realizado es muy baja y como es muy baja la rentabilidad promedio de estas empresas estadounidenses también cae el valor de las acciones. Y no sólo caen las acciones un 17 % en lo que va del año, sino que, además, el flujo de capitales provenientes del mundo entero, ante todo de Europa, que se dirigieron al mercado accionario norteamericano para comprar acciones, comprar empresas, al descubrir la baja rentabilidad promedio de las inversiones posibles o de las que han realizado, se retiran. Ahora, esta crisis del capitalismo, sistema básicamente inestable que vive en crisis orgánicas y que tiene crisis periódicas más profundas aproximadamente cada diez años, y más profundas todavía aproximadamente cada cincuenta años, es al mismo tiempo una mutación histórica. ¿Porque qué significa este proceso de baja rentabilidad frente a este fenomenal aumento de la productividad a pesar de la caída de la inversión?. Lo que significa es que lo que está ocurriendo en los Estados Unidos, en esta crisis norteamericana que al mismo tiempo modifica la naturaleza de la acumulación capitalista estadounidense, es un lento y arduo proceso de absorción por parte de la totalidad del sistema económico norteamericano, incluido y en primer la industria tradicional, de los servicios de la tecnología de la información adquirida y desplegada a partir del 10 % de la economía total, que es la nueva economía, que está transformándose rápidamente de un sector en la expresión del conjunto. Dicho de otra manera: este proceso histórico que está a la vista es el proceso en que la nueva economía de la información y las telecomunicaciones deja de ser una fracción del capitalismo norteamericano y se transforma en la naturaleza más profunda, en la raíz estructural del conjunto económico de los Estados Unidos.

La primera manifestación de este proceso de absorción y disolución de la nueva economía en la economía norteamericana como tal ya se vio a lo largo de los dieciocho meses de recesión o desaceleración que culminaron en el último trimestre del año pasado y se manifestó en el hecho de que la totalidad de las empresas estadounidenses, comenzando por las expresiones del capitalismo industrial más tradicional, como por ejemplo el sector de servicios no financieros y la industria automovilística, han desplegado a lo largo de estos meses una capacidad para no acumular inventarios de una rapidez e intensidad nunca aún alcanzada en la historia norteamericana después de la Segunda Guerra Mundial. De modo que, cuando comenzó la recesión, prácticamente no se acumuló el stock de productos industriales imposibilitados de venderse por la caída de la demanda agregada, sino que en cuanto se notaron las primeras manifestaciones de la disminución de la demanda agregada cesó casi de inmediato la producción industrial.

Quinta Parte
Segundo Centenario , 29/08/2002

 

 

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