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Ficción y realidad del gobierno de Kirchner . |
Texto de las exposiciónes realizadas en la reunión mensual del centro de reflexión política Segundo Centenario, llevada a cabo el día 5 de Octubre de 2004, en el Hotel Rochester.
Jorge Raventos . . .
Pascual Albanese |
Jorge Raventos
Bueno, buenas noches, “Ficción y realidad en el gobierno de Kirchner”. Hace dos o tres meses, en una de las charlas de Segundo Centenario señalaba que el aspecto funcional, o si se quiere simbólico, ha sido uno de los elementos en los que el gobierno de Kirschner puso más el acento. El aspecto mediático, el aspecto de los mensajes, le ha dado a ese costado de su gestión una importancia que está, tal vez, por encima de la gestión misma. Esto que ahora algunos semiólogos y algunos políticos llaman el “relato de la acción”, empezó teniendo una gran aceptación pública pero paulatinamente, a medida que se presentaban los problemas, el público se volvió más exigente, o menos ingenuo, y empezó a reclamar de ese relato cambios.
Y como esto ocurre en la industria de la televisión, las telenovelas se testean con grupos de opinión y los guionistas empiezan a matar personajes o cambiarles la vida, o a modificar la trama, el gobierno empezó a hacer lo mismo, a cambiar personajes, a sacar algunos del escenario. Y estos cambios en la trama inicial del relato del gobierno empezaron a introducir incoherencias en el relato, en la ficción. Por ejemplo, sobre el tema de la seguridad, el gobierno detectó a partir de abril, con las manifestaciones convocadas por Juan Carlos Blumberg, que el público no reaccionaba bien frente a la postura de no hacer. Hoy hay unas declaraciones, una reiteración de declaraciones del ex subsecretario de Seguridad Norberto Quantín, quien ha vuelto a la fiscalía donde estaba antes de acompañar a Gustavo Béliz en ese Ministerio de Justicia y Seguridad que se desmembró. Quantín decía: “la orden la daba el Secretario General de la Presidencia cuando el presidente no estaba, pero la orden era siempre la misma frente a los disturbios por ejemplo, no actúen”. Esta es la línea del relato que estaba vinculada a una especie de proclama inicial que era “no voy a dejar los principios en el umbral de la Casa de Gobierno” y tuvo que ser modificada, porque no había una aprobación pública a esto y el gobierno ha empezado a modificarla: detenidos en Buenos Aires, detenidos en Santa Cruz, hay modificaciones. Lógicamente, al modificarse el comportamiento de los personajes empieza a modificarse también la lógica inicial del relato. Algunos principios proclamados empiezan a derramarse sobre los umbrales.
Otro de los elementos de este relato era el tema de la moralidad, o más bien el moralismo, utilizado como arma de combate contra los otros. Mientras el público aceptó la virtud de los personajes principales, esto funcionó de una manera, digamos así, unilateral. La agresión moralista iba de un lado solamente al otro. Pero últimamente ha empezado a modificarse esto. El argumento moralista empieza a ser utilizado de una manera crecientemente fuerte contra los que antes lo empleaban como arma. Se habla cada vez más del destino de los fondos de Santa Cruz, de los comisionistas de los fondos de Santa Cruz, se habla cada vez más de declaraciones juradas que no responderían a la realidad. Nada menos que en el diario Clarín, hace dos semanas, un párrafo en una nota señalaba que altos empresarios estaban hablando de que para desarrollar ciertas actividades propias de sus empresas, en el Ministerio de Infraestructura de Julio De Vido o en el Ministerio de Economía se pedían comisiones. Decía el diario que en el Ministerio de Economía aseguraban que eso ocurría en el otro Ministerio y viceversa. Que esto apareciera en el diario Clarín, cuyo máximo ejecutivo se sienta en la Asociación de Empresarios Argentinos, que es la máxima representación de las grandes empresas, que se digan estas cosas, es una señal de que la trama moralista del relato inicial del gobierno empieza a hacer agua y empieza a volverse como un “boomerang”, en la medida en que la opinión pública, el público de esta ficción, empieza a bajar su interés por ese relato. Bajar su interés significa caída en la imagen del gobierno, que ha sido muy alta, y que este último mes se recuperó tres puntos después de caer el mes anterior 16.
El gobierno entendió que uno de los motivos de esta pérdida de interés era que alguno de los personajes que todos los días aparecían en escena generaban más problemas que soluciones. Entonces apartó a esos personajes, a los voceros cotidianos, al Ministro del Interior y al Jefe de Gabinete. Ahora bien, ésta es la parte simbólica, la parte de la ficción en la que empiezan a notarse las dificultades que surgen de la realidad misma. Y estas dificultades que surgen de la realidad misma se notan por la acción de actores políticos. El gobierno manejó durante los primeros meses un escenario político casi de una manera monopólica, no había otros personajes, no había fuerzas de la oposición, no había nadie que levantara la voz, los diarios se limitaban a transmitir lo que emitía el gobierno. Pero en el último período se empiezan a escuchar otras voces importantísimas, como por ejemplo la del Cardenal Bergoglio, que dice algo que estaba en el aire, “la Argentina no necesita ideologías de revancha”. Empiezan a oírse también las voces de sectores de la oposición política, que por un lado están planteando las cuestiones digamos de los fondos de Santa Cruz o de las declaraciones, pero también están poniendo el acento en la pureza institucional de la Argentina y empiezan a agruparse alrededor de esto. Tenemos a Ricardo López Murphy, a la Sra. Carrió, pero también a gente que viene de lo que se podría considerar el frente “transversal” del gobierno como Claudio Lozano, economista de la CTA, que plantean su oposición al pedido del gobierno formulado a través de la ley de presupuesto, de atribuciones especiales para su manejo, para el cambio de destino de las partidas y, sobre todo, para el manejo del superávit fiscal que, como ustedes saben, los diarios lo dicen, es una suma que oscila entre los doce y los quince mil millones de pesos. El gobierno le está pidiendo al Congreso que, por segunda vez consecutiva, cese en su función de participante y controlador del manejo de los fondos públicos y entregue esto a la lapicera del Jefe de Gabinete. Frente a esto, empieza a plantearse una oposición de carácter institucional, que no actúa unificadamente pero que sí de una manera convergente.
Y esta oposición institucional tiene también voces dentro del peronismo. El senador Antonio Cafiero planteó públicamente que él no pensaba votar las atribuciones especiales, que se había negado a dárselas a Domingo Cavallo y que no veía ningún motivo para dárselas al gobierno ahora y tanto en el peronismo como en las fuerzas no peronistas de la oposición empieza a plantearse un activismo que genera una pérdida de grados de libertad en la acción de gobierno y una situación de confrontación incipiente que el gobierno no había conocido en los primeros meses de su gestión.
También se plantean discusiones sobre la gestión. Uno de los argumentos que se planteaba casi desde el inicio de la acción de la administración Kirchner era el siguiente: éste es un gobierno que tiene un mal de origen, surgió de una votación de 22%, en un segundo lugar en los comicios de abril del 2003, pero esto puede ser salvado por una gestión adecuada, una gestión positiva, una gestión que sirva. Pero la gestión también está en discusión. Hoy, por ejemplo, el diario La Nación hace un informe extenso sobre la subejecución del presupuesto nacional y plantea que, llegando a octubre, es decir cuando han transcurrido las tres cuartas partes del año, el gobierno solamente ha ejecutado el 60% del presupuesto, es decir que una porción importante de las obras que se habían propuesto hacer no han sido realizadas. Han sido, sí, anunciadas. No sé si ustedes leyeron hoy que, por quinta vez, el gobierno anunció, sentado al lado de la gente de Telefónica, que Telefónica asegura que se van a invertir 2000 millones en la Argentina. Es la quinta vez de este anuncio. Hace diez días, en el diario La Nación, un funcionario del gobierno le confesaba a un cronista que a veces les daba vergüenza porque se anunciaba por segunda vez una obra y a veces se cortaban las cintas de obras que habían sido iniciadas y realizadas por otros gobiernos. Esto, esta realización en la ficción pero subejecución presupuestaria en los hechos, está marcando los problemas de gestión que tiene el gobierno, que son más notorios cuando uno entra al detalle, porque la ejecución presupuestaria, que en el conjunto del gobierno es del 60%, cuando debería ser el 75%, el 70%, en algunos puntos específicos, no llega al 50% y esos puntos específicos son nada menos que acción social, obras públicas, salud pública, es decir, aquellas ramas de la actividad del Estado que, según el gobierno plantea, son prioridad propia, están destinadas a generar trabajo o a resolver los problemas de pobreza, de enfermedad que padece una proporción muy alta de los argentinos. En esos puntos, el gobierno ha gastado menos, no porque haya gastado más cuidadosamente, sino porque ha hecho menos de lo que decía que iba a hacer. La realidad entonces está mostrando que tiene filtraciones muy fuertes, fisuras muy fuertes, que son las que también se están reflejando y que cada vez se van a reflejar más seguramente en el plano de los símbolos y en el plano de la ficción y del relato del gobierno.
El planteo que el gobierno está haciendo de la deuda externa espera una conclusión, el problema del levantamiento del default, espera una conclusión en poco tiempo y allí muchas de las incógnitas que tiene la trama en la que se está desarrollando su acción van a quedar claras. De todos modos, lo que también queda claro es que el gobierno se está planteando objetivos de crecimiento que serían sensatos en un país que no tuviera las dificultades de arrastre que trae la Argentina: un 4% de objetivo de crecimiento para el año que viene, un 4% para los años que vienen, que sería una buena performance para un país sin los graves problemas de pobreza y de atraso económico que estamos arrastrando, es un objetivo muy bajo para resolver esos problemas, Con un 4% de crecimiento anual, dicen los especialistas como Ernesto Kritz, en el año 2012 estaríamos alcanzando el nivel de ingreso por habitante que teníamos en 1998, pero con una situación de desocupación que estaría todavía alrededor de los 15 puntos y con una situación de pobreza que estaría todavía alrededor de los 30 puntos, en ambos casos por encima de las cifras de desempleo y pobreza que había en diciembre de 1999.
La gestión del gobierno, los problemas que arrastra, las dificultades políticas que empiezan a manifestarse y, por último, aunque no lo menos importante, las dificultades específicas en el seno del peronismo, están planteando que esta mezcla de ficción y realidad está requiriendo un replanteo más profundo y probablemente también que el público espera que aparezca un nuevo héroe en esta telenovela que todavía está por aparecer. Nada más…
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Jorge Raventos, Pascual Albanese , 04/11/2004 |
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